miércoles, 1 de abril de 2015

MÓDULO 2.- BOTÁNICA

TEMAS MÓDULO 2.- Botánica -

Tema 1.- Las especies botánicas odorantes 

MÓDULO 7.- TÉCNICAS DE CREACIÓN DE PERFUMERÍA - TEMA 3.- SUSTANCIAS ODORÍFERAS ERÓGENAS DE ORIGEN VEGETAL

SUSTANCIAS ODORÍFERAS ERÓGENAS DE ORIGEN VEGETAL

EL NABO, LA CONA Y DE POSTRE............ BOÑIGAS!!!!

31/03/2015

Los productos erógenos de la huerta.

Por consiguiente, las materias básicas ofrecidas por el reino animal a la perfumería estan, como acabamos de demostrar, caracterizadas por sus olores erógenos. En las sustancias aromáticas vegetales no es éste, en modo alguno, el caso; sólo 2 drogas vegetales (raíces de costus, semillas de almizcle ) muestran como tales, un olor marcadamente animal y por tanto, erógeno.

Mucho más importante para el perfumista son los olores de algunas flores, resinas (bálsamos) y otras sustancias vegetales que por su contenido en componentes erógenos ejercen una acción erótica.

Estos portadores de olores, por su característico olor complejo, de efecto elemental para el profano, no evocan ninguna imagen consciente de excreciones humanas y por consiguiente, no son percibidos nunca de forma desagradable.

De todos modos, en algunos casos, una sustancia odorífera de flores aislada puede ser percibida desagradablemente debido a un componente de olor animal muy perceptible, si la simultánea percepción de la flor a través del ojo no excluye cualquier círculo de imagen animal.

Observaciones de esta índole pueden hacerse, por ejemplo, en las esencias de flores de narciso y en determinadas variedades de jacintos, particularmente el jazmín rico en indol, como sustancias odoríferas de origen desconocido, son percibidas, a menudo, desagradablemente. Pero si se huelen con la percepción o imagen de la flor, reflejada en el pensamiento, son consideradas como agradables o, por menos, como distinguidas.


La investigación químico- científica de los complejos aromáticos vegetales ha aclarado la función erógena de los distintos componentes como portadores de olores animales. Algunas de estas sustancias odoríferas están presentes, también, en las excreciones y secreciones producidas por el cuerpo humano o en sus productos de descomposición, la mayoría de las cuales, de todos modos, se les parecen sólo por su olor.
Entre las sustancias animales o semejantes a éstas, que ejercen una acción erótica en los complejos aromáticos vegetales, el indol es, quizá, el más importante.





El Indolo”


Este cuerpo nitrogenado se forma en la putrefacción pancreática de la albúmina, pero no está presente en las heces humanas. Aquí se encuentra solamente el beta-metilindol (escatol) semejante al indol por su olor, pero en ninguna de las sustancias odoríferas vegetales empleadas en perfumería.

Si algunos conocidos autores encuentran que en el indol, en su forma concentrada, posee un marcado olor a heces, pero que en fuerte dilución recuerda el olor del jazmín y de la naranja, esta última afirmación precisa de una aclaración, aún en la mayor dilución, el olor del indol nunca recordará al profano el aroma de una flor. (Vuestro profe discrepa abiertamente del maestro Jellinek, a él le recuerda a “culi-flor” ;-). Sólo el especialista, el perfumista y el químico, que conocen este cuerpo como componente natural de complejos de flores y que, por tanto, tienen en mente las correspondientes imágenes, podrán asociar el olor a heces del indol con el aroma de determinadas flores.

Por el contrario, el aroma del saúco o jazmín marchito en días cálidos y secos, aparecerá particularmente sofocante para el profano, pero seguirán siendo elementales como buenos olores, en tanto que al especialista percibe en ellos un fuerte componente de indol, reconociéndolo como tal y percibiéndolo como molesto, por su parecido al de las heces.

Si lo expresamos de una manera un poco burda, para el profano ante el aroma del jazmín piensa en una flor, y al oler el indol en las heces. El especialista, en cambio, asocia el indol con imágenes de flores de jazmín y el olor de las flores le hace pensar en el indol.

Una de las más interesantes consecuencias de este fenómeno que acabamos de presentar con el ejemplo del indo, pero que - aún cuando menos marcadamente, pueden encontrarse en casi todas las sustancias odoríferas homogéneas en el siguiente:

“ En un tiempo en el cual la composición odorífera de las flores era desconocida, ya que el perfumista no tenía si quiera a su disposición los más importantes componentes de los complejos de flores, en tanto que éstos no fueran directamente obtenidos de productos naturales por lo que en los perfumes de flores eran simples productos de fantasía que apenas tenían nada que ver con el modelo natural y sin embargo eran los perfumes de flores los que tenían mayor aceptación del público”

Cuando, más tarde, la ciencia aportó la aclaración sobre los más importantes principios aromáticos de muchas flores, y la técnica ofreció al perfumista los correspondientes materiales básicos es evidente que aquel consiguió, en muchos casos, sorprendentes imitaciones de los olores de las flores, pero, al mismo tiempo, los perfumes de flores quedaron casi por completo fuera de la moda.

Por absurdo que pueda parecer, la culpa de todo ello la tuvo precisamente la gran semejanza demostrada por el producto artificial, el perfume, con el modelo natural, es decir, el aroma de la flor.

En tanto no había existido esta posibilidad, los llamados perfumes de flores eran considerados como olores agradables y se presentaban en frascos que llevaban, ciertamente, el nombre y casi siempre la imagen de la flor, pero, en cambio no contenían su aroma. Pero, tan pronto fue posible imitar - a veces de modo sorprendente - dicho aroma, la ciencia, la técnica y el arte del perfumista pudieron triunfar, pero sin que llegaran a satisfacer al público.

La culpa de esta decepción sufrida por ambas partes, no se debe no sólo al hecho de que el comprado de un perfume, como ya se dijo, no busca el olor de una flor determinada, sino que - aun cuando a menudo lo haga inconscientemente - busca el perfume como un artículo afrodisíaco, así como le desconocer que muchos olores de muchas flores no son en sí agradables, y no llegan a serlo, hasta que como acompañantes de las formas y colores de las flores dan, juntamente con estas, un conjunto bello y agradable.

Un interesante ejemplo de la práctica nos ayudará a ilustrar este hecho: en la empresa en la que curraba (el autor original del texto ) se solicitó de una fábrica de flores artificiales composiciones para el perfumado de las flores. Primero se les presentó pruebas olfatorias de distintas esencias de flores y perfumes de flores. tras un examen se eligió una selección de los perfumes de mayor éxito en el público, en tanto que las esencias de flores ofrecidas (en solución alcohólica ) no encontraban, en ningún caso, una buena acogida.

Después de esto se llevaron a cabo ensayos de perfumado en las flores artificiales - maravillosamente parecidas a las naturales - fabricadas en seda parafinada. Al examinar las flores perfumadas diversos profanos y especialistas, fueron rechazadas, sin excepción todos los perfumes, dando la explicación de que las flores olían de modo poco natural, ya que se consideraban demasiado perfumadas.

Después de renovados ensayos, tuvieron una favorable acogida las mismas esencias de flores naturales y artificiales que como “perfumes” habían sido rechazadas en primer lugar y que habían sido utilizado ahora para el perfumado de las flores artificiales sin ninguna otra adición.

Este ejemplo demuestra que en la flor se prefiere otro perfumado que en el hombre, prescindiendo de un juicio de valor comparativo de a cual de los 2 tipos olfativos habría que dar preferencia.

El hecho de que en ciertos casos, hablemos de una flor de aroma agradable, pero, en cambio, no estimemos en modo alguno como tal el olor de esta flor, ha sido explicado a menudo, diciendo que es imposible conservar en todo su valor el aroma de la flor al extraerlo de la flor misma, o al obtenerlo artificialmente mediante una composición.

Sin embargo, la realidad es que también el aroma naturalde las flores, si se abstrae en percepción de la observación física de la flor y no se asocia con ninguna imagen de aquella en muchos casos no sólo resulta menos agradable sino que, a veces, es desagradable.

Esta experiencia pudo confirmarse mediante ensayos, llevados a cabo de la siguiente manera con varias personas:
    La pared de un vaso de precipitados de 250 ml se cubrió con papel de filtro para hacerlo opaco, y luego se llenó el vaso, aproximadamente hasta la mitadd con flores frescas objeto del ensayo. Luego se taparon las flores con una capa de fibrras de asbesto.

    Durante las pruebas olfatorias se dijo que se trataban de asbestos provenientes de un flitrados de perfumes. Se pidió un juicio cualitativo del perfume y si era posible, alguna característica del olor, ya que los resultados de dicha prueba debía proporcionar datos para la designación del producto.

    Simultáneamente, con las muestras de las flores, se presentaron también para el examen, vasos de asbesto rociado con soluciones 0,1 - 0, 5 %. - estas débiles concentraciones eran las más parecidas en intensidad a las flores utilizadas - de diversos perfumes de fantasía, secándose luego aquellos. Estos perfumes representaban diversos tipos de olores de flores sólo debían servir para ofrecer una posibilidad de comparación con aromas agradabables acreditados.

    En los ensayos llevados a cabo de este modo en distintos momentos determinados por la existencia de flores frescas - pudieron hacerse las siguientes observaciones - :

  • el olor de narcisos fue considerado, generalmente, como desagradable y calificado entre otros, como de penetrante químico incluso como olor de establo. Asímismo, fueron rechazadas las flores de un jacinto azul, cuyo aroma fue comparado al de las cebollas podridas y peladuras sucias de patatas, y en otros casos como punzante y metálico, incluso a una persona le recordó el desagradable olor del gas de alumbrado.
  • una variedad blanca del jacinto encontró una acogida mucho mayor, aún cuando también su olor pareció a algunas personas desequilibrado y algo penetrante.
  • El olor de las flores del alhelí amarillo fue rechazado en casi todos los casos como no completado y sin carácter.
  • La mayoría de los examinantes encontró poco agradables los siguientes perfumes:
    flor de acacia (Robinia pseudoacacia)
    lirio blanco y flores de retama (monótono, sin encanto, dulzón, desvaído )
    mimosas ( seco, químico )
  • Como agradables fueron percibidos el ciclamen, el muguette, las rosas, las violetas, las tuberosas, los claveles de jardín y el saúco azul, en tanto que el aroma del saúco blanco le parecía aburrido - dulzón a algunas personas.
    Desgraciadamente en estos ensayos no pudo disponerse de jazmín y flor de naranjo, el juicio sobre los cuales, hubiese sido, sin duda, interesante.
Los resultados de estos ensayos demuestran que incluso en las flores conocidas como de agradable olor, las sustancias odoríferas de las flores no siempre resultan agradables per se.

La flor, ante todo atractiva para el ojo humano, puede irradiar un aroma, el complejo del cual, desde un punto de vista puramente perfumista, puede mostrar ciertas deficiencias, sin que ello sufra el agradable efecto de conjunto de la flor aromática.

Por este motivo, el perfumista, que debe renunciar a la colaboración visual de la flor, al utilizar muchas sustancias odoríferas de por sí poco agradables - entre las cuales se encuentran los cuerpos erógenos y sobre todo el indol - debe hacer gala de una gran cautela, y nunca puede emplear en sus composiciones, ni siquiera aproximadamente adiciones tan grandes de estas sustancias odoríferas, como se encuentran presentes en los correspondientes complejos naturales.

Así, por ejemplo, la esencia natural de flor de jazmín posee un contenido en indol que oscila entre un 2 - 5 % (Cerighelli, Mace ), en tanto que conocidos autores, en las normas por ellos publicadas no exceden, por lo general, de las adiciones del 0,2%

Frente a un contenido natural de indol del 0,08 - 2 % en la esencia de flor de naranjo, en los complejos artificiales se recomiendan adiciones de, a lo sumo, de 0,3 %.

Estas considerables diferencias que existen en la composición de la esencia de flores naturales y artificiales, que no se limitan al indol, de extraordinario rendimiento, sino que también pueden encontrarse en otras sustancias odoríferas, de por si poco agradables, pero casi siempre particularmente intensas, son la causa principal de que los productos artificiales, aun cuando a veces, puedan aproximarse bastante cualitativamente a los complejos naturales, no puedan comparársele, ni de mucho ,en rendimiento e intensidad.

Sin embargo, dado que precisamente las más importantes sustancias odoríferas que poseen propiedades erógenas, que han sido determinadas científicamente como componentes naturales de flores, muestran, sin expcepción, fuertes efectos olfatorios, para obtener efectos fuertemente exóticos no puede renunciarse, en general, al empleo de sustancias odoríferas naturales, sin que por ello sufra la calidad del perfume.

Así, la esencia absoluta de jazmín y también la esencia de flor de naranaja se emplean muchas veces tan sólo debido a su contenido en indol, es decir, por su acción erótica como componente de delicadas composiciones.

En estas dos y en las esencias de las flores de acacias (robinias) y el alhelí amarillo, así como en la esencia de nerolí se determinó la presencia de indol mediante análisis químicos, en cambio, en las sustancias odoríferas de muguete y saúco, así como en algunas otras flores, debe ser adivinada dicha presencia mediante análisis olfatorios.

Un olor a heces mucho menos acusado, en cierto modo sólo presente en forma de matiz, lo muestra el ácido fenilacético, el cual en forma libre como también en forma de sus ésteres, ha podido ser comprobado científicamente en las esencias de flores de naranjo.

Sin embargo, el característico olor a miel de este ácido y sus ésteres revela además, su presencia em toda otra serie de esencias de flores, de las cuales citaremos tan sólo como ejemplo las rosas, la retama y las flores de tilo.

Así como en el empleo del indol en los perfumes debe hacerse gala de la mayor cautela, para evitar la aparición de un olor a heces, y con ello, de las imágenes que lleva asociadas, el perfumista debe trabajar preferentemente con esencia de la flor de jazmín o flor de naranjo antes que con indol puro, ya que el empleo del ácido fenilacético y sus ésteres en forma pura pone también en peligro la armonía de las composiciones. Un pequeño exceso no actúa como erótico y edulcorante sino como duro y áspero y químico, es decir, desagradable. Por el contrario, aún con las mayores adiciones de ácido fenilacético, no existe apenas el peligro de que una nota fecal pueda evocar conscientemente imágenes elementales de excreciones del cuerpo.

A pesar de ello, en los perfumes finos, el componente ácido fenilacético aparece casi siempre en forma de esencia de rosas o de las Essences absolutas de rosas y de flores de naranjo.

Es difícil decidir si el ácido fenilacético juega asimismo un papel erógeno en el aroma del tabaco, el cual contiene cantidades relativamente importantes de ácidos libres y a menudo, también de sus ésteres, pero reforzaría el punto de vista de los sicoanalistas, los cuales afirman que la raiz de la pasión del fumar - lo mismo que el chupar o chupetear de los niños (Freud) se encuentra en un terreno erótico.

Hay que destacar que las variedades de tabaco y centroamericanas particularmente apreciadas, muestran, a menudo, un fuerte aroma fecal, ya que presentan matices olorosos que recuerdan al escatol, el ácido valeriánico y caprónico o sus ésteres.

Un olor fecal mucho más intenso y marcado que el ácido fenilacético, lo muestra el éster paracresílico, el olor del cual recuerda el de los narcisos y el de los junquillos.

Los restantes derivados del paracresol poseen una nota olfatoria urinosa más o menos marcada, la cual destaca, especialmente en el acetato de paracresilo.

La presencia del acetato y fenilacetato de paracresol en las esencias de flores de narcisosy junquillos no puede ser determinada hasta ahora ( en 1948!!), por la via química, pero puede sospecharse en los análisis olfatorios de estas flores.

Por el contrario, pudo demostrarse científicamente las presencia del éter metílico de paracresilo en la esencia de Ylang - Ylang y en la esencia del Alhelí amarillo. En la esencia de flor de jazmín puede estar presente el paracresol libre (Etze).

En tanto, el indol, el ácido fenilacético y los derivados de paracresol recuerdan con su olor las excreciones humanas, las sustancias odoríferas más adelante citadas deben su acción erótica a sus semejanzas de olor con el sudor humano o consus productos de descomposición.

En primer lugar, hay que citar a los aldehídos grasos con 8 - 12 átomos de C, los cuales juegan un importante papel tanto en los complejos aromáticos naturales como, también, en la moderna perfumería.

La presencia de aldehído cetílico ( C8 ) ha sido demostrada en la esencia de rosas alemana, esencia de flor de naranjo y en la esencia de lemongrass. El aldehído nonílico ( C9 ) se ha encontrado en la esencia de rosas, esencia de lemongras, esencia de iris, esencia de canela de ceylan, así como en la esencia de mandarina, el aldehído decílico ( C10 ) fue hallado en la esencia de lemongrass, esencia de naranja, esencia de mandarina, esencia de nerolí, esencia de iris, esencia de coriandro, esencia de citronelal, esencia de flor de casia y esencia de pinoabeto ( abies alba ). En la esencia de conífera citada y en la esencia de ruda ha sido demostrada la presencia del aldehíddo láurico (C12 ).

Unos efectos parecidos al de los aldehídos grasos pero mucho más débiles, los presentan los correspondientes alcoholes, que se presentan asimismo como tales y, más a menudo todavía, en forma de sus ésteres en los complejos aromáticos naturales.

Dado que la acción erótica de las sustancias aromáticas animales se basa en al evocación de imágenes del cuerpo humano, en tanto que una consciente percepción de un olor fecal o de sudor no se por sí erógeno, sino, más bien desagradable, un efecto afrodisíaco máximo puede conseguirse tan sólo con la combinación de olores fecales y de sudor; no sólo porque estos 2 componentes que pueden ser empleados simultáneamente al máximo, muestran un efecto total incrementado, dado por su suma, sino también, porque su olor complejo tiene mucha más semejanza con el complejo “olor a cuerpo” que cada componente por sí sólo.

Este hecho fue reconocido y considerado hasta ahora por expertos perfumistas de manera intuitiva, aún cuando ignoraran las manifestaciones y relaciones causales, los olores fecales y de sudor nunca deben ser empleados aisladamente, sino siempre simultáneamente en la composición de perfumes.

Asímismo, hay que observar que esta ley, válida para la técnica de composición de perfumes, no puede encontrar aplicación en la síntesis de esencias de flores artificiales. Además, debe observarse tmabién que la relación cuantitativa de los componentes de olor animal y de acción erótica puede ser distinta entre sí, a menudo el olor fecal y el olor a sudor, casi siempre en la misma proporción, dan el mejor resultado de conjunto, en otros casos se empleará un máximo de uno de los 2 componentes para conseguir el efefcto complementario deseado.

Viejas generaciones de perfumistas destacaron, una y otra vez, las ventajas de las pomadas de flores frente a las esencias aobsolutas, dado que estas últimas carecen del interesante matiz “graso”, el cual da excelentes efectos aromáticos.

Esta nota grasa era especialmente deseada en la esencia de flor de jazmín donde se la reconoce, en ciento modo, como componente, de contraste complementario ( sudor ) con respecto al indol (heces ) de la esencia de flores.

La esencia de nerolí y la esencia de flor de naranjo contienen ya en sí, el aldehído decílico, el complemento para el indol.

Por las mismas razones, en los tipos de perfumes franceses se emplea casi sin excepción, junto con la esencia de jazmín (indol, matiz fecal ) también la esencia de rosas (aldehído, matiz de sudor )

Para complementar los efectos olfatorios de drogas animales con olores fecales, en su tiempo servía, además del taragen, de olor siempre graso (sudoroso) o más trade, las esencias concretas de flores y raíces de iris de contenido ceroso, muy a menudo las esencias de contenido en aldehídos grasos.

El moderno perfumista trabaja con los aldehídos grasos y alcoholes grasos como tlaes, es decir, con soluciones de los cuerpos puros, representados sintéticamente. Por ello no está ya ligado al empleo de determinados complejos naturales de sustancias odoríferas (aceites esenciales ) en los cuales debería basarse antiguamente para conseguir un efecto de sudor, lo cual le permite mayores posibilidades para los interesantes derivados de ácidos grasos que caracterizan un gran número de las más afortunadas creaciones de nuestro tiempo.

Hay que tener en cuenta y - con ello no diremos, seguramente nada nuevo al experto perfumista, pero sí le explicará un fenómeno ya conocido para él - que el empleo de aldehídos grasos y otras sustancias odoríferas “grasas” o “sudorosas” debe ir siempre aparejada con componentes de olor fecal (drogas animales, indol, escatol ) si es que quieren conseguirse efectos lo suficientemente fuertes y que no resultan, a la vez , desagradables.

Entre ellos, quizá el aldehído graso más empleado en perfumería es acetaldehído de metil ionona, isómero del aldehído láurico, que debe su múltiple aplicación a las notas balsámicas, floridas y frutosas en él reunidas, que acompañan al olor a sudor de este cuerpo.

Como olor vegetal, encuentra aplicación el acetaldehído metilhexílico, isómero del aldehído nonílico. Una nota asímismo algo “verde”, la posee el aldehído undecílico ( C11 ) que en comparación con el aldehído metilhexílico parece más bien “seco”, por consiguiente es menos preferible en los complejos de flores, siendo más bien empleado en las composiciones de fantasía.

Finalmente, habría que citarse asímismo, el aldehído mirístico ( C14 ) que podría presentarse también en el Iris ( irisbutter ), el olor del cual recuerda claramente.

Un efecto parecido al de los aldehídos grasos lo posee el aldehído hidroxicinámico (aldehído fenilpropílico ) que muestra su olor a sudor extraordinariamente intenso, endulzado por una nota balsámica.

Su existencia natural ha sido demostrada en al esencia de Canela de Ceylan y de acuerdo con los análisis olfatorios - puede encontrarse en los complejos aromáticos de determinadas variedades de jacintos, del saúco blanco y del lirio blanco -

Su alcohol correspondiente que presenta un olor parecido, aun cuando mucho más débil, hasta ahora no ha sido descubierto todavía en forma libre en las sustancias odoríferas naturales, sin embargo, los ésteres del alcohol hidroxicinámico están presentes en la esencia de canela de Ceylan ( acetato ) aasí como en el Storaque, Benjuí de Sumatra y el bálsamo de Perú (cinamato).

Un marcado olor a sudor lo poseen el ácido butírico e isobutírico, la acción erótica de los cuales se pone de manifiesto aun en algunos de sus ésteres. A diferencia de los ácidos libres, aquellos han sido encontrados en algunos complejos de sustancias odoríferas naturales, como por ejemplo, en la esencia de espliego y en la de macis.

De los olores producidos por el cuerpo humano, y que, por consiguiente, recuerdan a éste, siendo por tanto, erógenos, los olores fecales, urinosos y sudorosos, siempre que sean percibidos conscientemente resultan desagradables, e incluso, son repulsivos y repugnantes, cuando se hallan en grandes concentraciones. Por el contrario, la nota aromática típica para el cabello humano, que se presenta también como componente de la región pubiana caracterizada a menudo como “olor a cabellos”, no es percibida desagradablemente en ninguna concentración.

Esta peculiar nota amargo - dulce, que posee cierta semejanza con el olor a nueces, puede con mayor o menor intensidad encontrarse en todas las drogas animales.

Como portador de este olor se creyó, en un principio, haber reconocido a determinadas cetonas, específicas para distintas drogas (muscón, zibetón ). El aislamiento del principio oloroso de la esencia de granos de almizcle y la identificación de ese cuerpo, bautizado por su descubridor Kerschbaum con el nombre de Ambrettolid, con una lactona de 18 átomos de C llevó a la conclusión de que también en los complejos aromáticos de las drogas animales es a las lactonas que puede atribuirse el citado “aroma a cabello” sumamente agradable y erógeno.

Junto con el Ambrettolid de la esencia de grano de almizcle pudo demostrarse, asímismo, la presencia de lactonas de olor erógeno en la esencia de raiz de costus (Costolactona) y esencia de alanto (mantolactona ). Los análisis olfatorios permiten sospechar también su presencia en la esencia de zanahorias ( esencia de Daucus ), Sauge esclareè (esencia de salvia esclarea o moscatel ) y en la esencia de ciprés, que en su forma determinada se pone muy bien de manifiesto.


Sin duda, la investigación científica y la síntesis de nuevas lactonas resultará aún sumamente interesante para la perfumería y facilitará importantes sustancias básicas, debido a sus propiedades erógenas.

MÓDULO 7.- TÉCNICAS DE CREACIÓN DE PERFUMERÍA - TEMA 2.- SUSTANCIAS ODORÍFERAS ERÓGENAS DE ORIGEN ANIMAL

SUSTANCIAS ODORÍFERAS ERÓGENAS DE ORIGEN ANIMAL - EAU DE CHOT@ -

26/03/2015


Eau de Chot@ -


Los buenos olores que la Naturaleza ofrece al hombre y que éste ha uitlizado ya desde antigüo, son en gran parte de origen vegetal. Entre los pocos productos animales empleados como sustancias aromáticas se encuentran el ámbar, el almizcle y el civeto entre las drogas más antiguas utilizadas, por el hombre civilizado, en tanto que el castóreo no fue conocido hasta la Edad Media.

El ámbas de suave aroma - el nombre deriva de la denominación árabe ámbar - era utilziado ya en la antigüedad como incienso y para el perfumado de pomadas cosméticas, pero en mayor proporción para fines terapéuticos, y era especialmente apreciado en la Edad Media como supuesta protección contra la peste.

Como componente de perfume erógeno está muy indicado el ámbar gris, que en la antigüedad era utilizado exclusivamente en forma de infusiones largo tiempo almacenadas.

Su delicado aroma, algo balsámico, es erógeno por su semejanza con el olor de la región de la cabeza y el pubis, pero no resulta desagradable en ninguna concentración, puesto que no tiene ninguna semejanza con los olores de las excreciones. Dado que el discreto olor del ámbar se adapta perfectamente a todos los complejos que con él se combinan, su aroma no evoca ninguna imagen consciente especial, de modo que su dosificiación puede ser prácticamente ilimitada.

Su elevado precio es lo único que se opone a un empleo más amplio de este afrodisíaco aromático casi ideal.

El almizcle es, quizá, desde la Antigüedad, la droga más estimada en el círculo de la civilización euroasiática.

La palabra vieja semítica “bascham”, que significa buen olor fue empleada de una parte como designación de un agradable olor de resina, hasta llegar como bálsamo a las lenguas europeas a través del griego balsamon y del latín balsamum.

De otra parte, la misma palabra semítica designaba una droga animal procedente de Asia, llamada en latín vulgar bisamum y en el alto alemán bisam (o). La misma droga llevaba la antigua denominación muskas (testículo), que luego derivó al alemán moskus (almizcle) (francés: musk) a través de la palabra persa musk, las palabras bisam y moschus, con todas las expresiones formadas con ellas, se emplean en el mismo sentido.

Estas conclusiones etimológicas demuestran que las indicaciones que con tanta frecuencia se hallan en la literatura sobre el empleo del almizcle en la antigüedad y en la edad media deben referirse, con total seguridad, al almizcle animal ya que con el nombre empleado en dichas épocas se designaban tanto las drogas aromáticas animales como las vegetales, probablemente a menudo olores agradables intensos en general. De este modo, los núcleos de semilla de miristica fragans recibieron el nombre de muskat derivado de las palabras latinas muscatum (aroma de almizcle ) (antiguo francés muscate ) aún cuando el penetrante olor de esta fruta, utilizado sobre todo como especie, sólo tiene en común con el almizcle animal su penetrante intensidad.

No hay que imaginarse que los antiguos pueblos civilizados hayan utilizado el almizcle animal, propiamente dicho, como perfume, sino que puede muy bien aceptarse que esta valiosa droga, extraordinariamente fuerte y de olor marcadamente animal, sólo era utilizada, lo mismo que entre nosotros, como adición a otras sustancias odoríferas, en el incienso y en el perfumado de pomadas, cosméticos y otros artículos de belleza. En la edad media, el alimizcle - lo mismo que el ámbar - era conocido como afrodisiaco y era tomado como stimulatis por vía interna (per os).

Por tanto, se conocía la acción erótica de la droga. Lo único que se desconocía era, que este efecto debe atribuirse exclusivamente al olor, pues la reacción fisiológica del almizcle asimilado por el cuerpo no ha sido demostrado científicamente, ni tampoco ha sido empleada para una determinada acción específica.

Nosotros empleamos el almizcle exclusivamente como sustancia odorífera, en forma de infusiones, las cuales, para llevar el aroma a su desarrollo completo se mantienen débilmente alcalinas. Esto se consigue de manera adecuada mediante pequeñas adiciones de soluciones sódicas, potásicas o amoniacales.

En la dosificación de las infusiones de almizcle en perfumes, es tan necesario la cautela como en el empleo del ámbar, el componente básico (amoniacal) contenido en el olor del almizcle no debe ser percibido conscientemente, dado que si su percepción va asociada a recuerdos olorosos de albúminas en descomposición, puede provocar imágenes de excreciones del cuerpo ( por via urogenita ) y entonces resulta desagradable.

De otra parte, este componente de “olor pútrido”, en tanto que su percepción se mantenga en el subconsciente, es marcada e intensamente erógeno y da una gran superioridad a las infusiones preparadas de almizcle animal sobre las soluciones de lactona de almizcle homogénea, aislada o sintética (Ambrettolid, Exaltolid )

Por consiguiente, estas lactonas de almizcle - debido a la falta de los componentes aromáticos básicos - tienen un efecto menos intenso en su acción erótica. Por tanto, pueden ser utilizadas en dosis superiores y más universalmente que la infusión de drogas, dado que sólo son erógenas - como el ámbar - por su semejanza con el olor del cabello y, por tanto, incluso cuando su percepción es consciente, no resulta nunca desagradable por la evocación de excreciones.

En perf umería, es necesaria la mayor cautela en la manipulación del civeto. El olor sumamente repugnante de esta droga, que recuerda el de la orina de los gatos y asímismo el de las heces, debe su papel, aún en la moderna perfumería y a pesar de los peligros que trae consigo un pequeño exceso del mismo, además de su acción erótica, sobre todo a una extraordinaria capacidad de fijación, así como a un notable efecto endulzante en su olor yquizá no en último término a su reducido precio, teniendo en cuenta su gran rendimiento.

El secreto del civeto, parecido a una pomada, que deriva su nombre de la palabra árabe zabad (espuma, crema ) fue utilzado en la Edad Media sobre todo para el perfumado de determinados y finos artículos de piel (guantes, etc )

En algunos países orientales, aún hoy es apreciada dicha droga como afrodisíaco, para la finalidad de la cual existe la misma justificación que en el almizcle.

En los perfumes modernos se utilizan las infusiones de civeto - casi siempre junto con el almizcle y, eventualmente también con el ámbar, cuando se pretende conseguir un efecto que sea dulce o sofocante -

Sin embargo, si se quiere evitar ese olor dulce o sofocante y se quiere más bien conseguir una nota áspera, como sucede en muchos tipos modernos de perfumes, entonces está particularmente indicado para tales fines el uso del castóreo.

De la misma manera que el almizcle y el civeto, también el castóreo posee el componente olfatorio, predominante sólo en el ámbar que recuerda el aroma de la región de la cabeza y del pubis del cuerpo humano. Sin embargo, en tanto que el almizcle esta nota olorosa está acompañada de un componente amoniacal y en el civeto se pone de manifiesto un olor úrico (orina de gato ) y fecal el castóreo muestra un notable matiz fenólico, que debe atribuirse en primer lugar al para etil fenol, la presencia de esta droga ha sido demostrada químicamente.

Empleando expresiones químicas, podría denominarse el olor del ámbar también como “neutro”, el del almizcle y civeto como “básico” y el del castóreo como “ácido”.


De las 4 drogas animales empleadas más a menudo en el mundo de la perfumería, el castóreo es la única que se usa hoy en día en la medicina no como stimulans afrodisíaco, sino precisamente, por su efecto contrario, como producto tranquilizante y antiespasmódico.  


                     Ejemplar de Chotus Silvestris

MÓDULO 7.- TÉCNICAS DE CREACIÓN DE PERFUMERÍA - TEMA 1.- LOS OLORES CORPORALES

EL OLOR CORPORAL - EAU DE CHOT@ - INTENSE

25/03/2015

José Luis Vaquerín - Nez -

Eau de Chot@ - Intense -


En primer lugar, que el olor del cuerpo del hombre debe considerarse como un atributo sexual secundario, puede probarlo una afirmación no hecha quizá en esta forma, y de la exactitud de la cual no puede dudarse después de lo que vamos a exponer a continuación:

1.- sólo al iniciarse la pubertad se desarrolla en el hombre el olor corporal para el individuo maduro sexualmente. Los lugares de formación del mismo, aparte de los aparatos urogenitales en la mujer, son las glándulas sebáceas.

En un estudio sobre hormonas. Se califican las hormonas como sustancias olfatorias erógenas formadas e irradiadas por el cuerpo humano maduro sexualmente y se justifica esta caracterización con el hecho de que estas sustancias odoríferas son como sustancias mensajeras y provocan importantes estímulos excitantes. La limitación de que el efecto natural de las hormonas se debe limitar al organismo que las ha producido se rechaza con los siguientes argumentos:

1.- En tanto que hasta ahora sólo eran observadas aquellas hormonas - que no son otra cosa que productos del metabolismo - que despliegan su acción en el organismo mismo, junto a estas endohormonas (es decir, internas ) juegan también un importante papel las ectohormonas (las externas ). Éstas no sólo son utilizadas y consumidas en el propio organismo, sino también son cedidas hacia afuera, y ejercen sobre otro seres vivos un influjo útil para el individuo productor de hormonas o para la misma especie.

2.- Además de la cabellera, las partes pilosas de la zona axilar y de la pelvis, desarrolladas en el curso de la pubertad, asi como la barba varonil, no sólo ejercen un efecto mecánico protector contra el frío y las radiaciones, sino que también sirven como dispositivos de expansión de olores al favorecer la evaporación de las secrecciones cutáneas.

Gracias a la irradiación de las sustancias olorosas facilitada de esta manera, el revestimiento piloso humano, en particular, la parte del mismo que corresponde a su madurez sexual, está simultáneamente al servicio de las funciones sexuales.

Algunos autores han llamado la atención sobre este hecho y sobre análogos fenómenos en el mundo animal, calificados como espolvoreadores de olores y las relaciones de los cuales con respecto a la propagación de olores sexuales esta fuera de toda duda.

Basándose en investigaciones algunos científicos recuerdan el hecho “generalmente conocido”, de que las partes del cuerpo humano recubiertas de pelos tienen un material de evaporación más intenso que las desprovistas de ellos y que estos olores son excitantes. Asímismo, es un hecho comprobado que los individuos de pelo abundante huelen mucho más intensamente que los menos pilosos y que muchas veces provocan un efecto erótico mayor. Aquí debemos recordar la imagen de los “machoman”.

También se ha demostrado que las partes densamente cubiertas de pelo del cuerpo humano irradian un olor más fuerte que la piel que está cubierta por escaso pelo. Las causas de este fenómeno se encuentran en el número de glándulas sebáceas, que son proporcionales al número de pelos, como lugares de formación de sustancias odoríferas y en la función de los cabellos como pulverizadores de olor.

3.- En las intermitentes alteraciones del organismo sexual femenino (menstruación) el olor corporal erógeno es dominado por un olor a trimetilamina. También son conocidos los olores que acompañan a numerosas infecciones, estados catarrales o supuraciones más o menos intensos que se interpretan como una señal de aviso, que indica que debe darse reposo y descanso al organismo sexual afectado por la enfermedad del cuerpo.
Por consiguiente, una pasajera exclusión de las funciones sexuales normales irá acompañada de una alteración simultánea que obrará a modo de un empeoramiento del olor del cuerpo.

4.- Las funciones sexuales femeninas, interrumpidas en el climaterio se exteriorizan en el sentido de un empeoramiento del olor corporal, las irradiaciones del cual ceden considerablemente por la simultánea clarificación del vello pubiano y axial.

Algunos científicos hablan de la casi desaparición del olor corporal típico de la mujer sexualmente madura en los años crítcos para dar lugar a un olor de “matrona” apenas perceptible.

Nota del profe.- evidentemente, no compartimos lo que está escrito por el profesor Jellinek en 1948.

5.- La presencia de un olor racial específico, es decir la diferenciación del olor corporal de las raas humanas fue comprobado mediante experimentos.

El hecho de que las diferencias de olor de los sexos sean mayores que las de las razas es confirmado por varios autores mediante la anécdota que durante un viaje por los mares del sur la compañera de un naturalista fue identificada como mujer por los nativos aún yendo vestida de hombre.

Lo mismo que todo signo sexual, también el olor del cuerpo es erógeno, no es necesario aclarar como condición previa de que por este nombre se entiende sólo el olor del cuerpo humano desnudo, sano y limpio. Es decir actúa de modo excitante y erótico sobre el impulso sexual.

Este hecho no tan sólo era y es comúnmente conocido, sino que era utilizado también consicentemente y sigue siéndolo todavía, entre los pueblos e individuos primitivos.

El empleo del olor del sudor como afrodisíaco forma parte integrante de la más antigua literatura escrita en todos los idiomas. Prendas de vestir empapadas de sudor eran llevadas ocultamente como medio de encantamiento amoroso al campo sensorial del deseado compañero sexual, o bien jugaban un importante papel en la preparación de elixires amorosos ( filtros ). De manera semejante se utilizaba también el olor natural del cabello.

Pero el intelecto velado por el impulso sexual ( Shopenhauer ) del hombre no se limita sólo al uso y goce de las sustancias aromáticas de la piel y del cabello.

Sería erróneo suponer que las personas sexualmente sensibles al olor de la orina o de las heces, tengan que mostrar necesariamente defectos espirituales. La escatología, es decir, el papel casi siempre marcadamente sexual de los productos finales del metabolismo humano y de los procesos a ello relacionados en las costumbres, la superstición y la literatura de los pueblos, aporta la prueba de que la coprolagnia, es decir, la actividad sensual que asocia los procesos y productos de las excreciones humanas en la libido sexualis y aspira a un goce sexual de ello, se encuentran en todos los tiempos y entre todos los pueblos.”

Bibliógrafos franceses publicaron conclusiones acerca de la importancia que juega el olor de las excreciones en la excitación de los deseos sexuales.

Con lo aquí expuesto, debería estar suficientemente demostrado que el olor del cuerpo humano puede ser considerado como un atributo sexual secundario.

Por consiguiente, con esto queda demostrado también que el sentido del olfato juega un papel muy importante al servicio del impulso de la reproducción, puesto que el olor del cuerpo humano excita el instinto sexual, provocando con ello – hablando en términos generales- una sensación voluptuosa en el individuo.

Pero , como sea que al principio de nuestra exposición hemos podido comprobar que los olores voluptuosos son percibidos como olores agradables, también el olor del cuerpo humano debe ser incluido entre éstos.

Nota.- voluptuoso: que causa un gran placer o deseo sensual.

Por experiencia, sabemos que el olor del cuerpo, de por si, es decir, cuando su percepción no está asociada conscientemente o inconscientemente como representaciones sexuales, no puede considerarse como un típco olor agradable, lo cual es fácilmente comprensible también, dada su composición química.

El olor de las regiones del cuerpo expresamente cubiertas de pelos es determinado por las sustancias odoríferas, existe una clasificación basada en los ácidos grasos saturados con 4 – 9 átomos de carbono ( símbolo químico= C ) o sea:
  • Ácido butírico olor a queso 4 átomos de C
  • Ácido valeriánico olor a grasa rancia 5 átomos de C
  • Ácido capróico olor a sudor 6 átomos de C
  • Ácido Heptínico olor a huesos descompuestos 7 átomos de C
  • Ácido Caprílico olor a mirtilo 8 átomos de C
  • Ácido nonílico etc 9 átomos de C
Estos componentes del olor del cuerpo humano nos son conocidos ya sea aisladamente, combinados entre sí o con otras sustancias odoríferas y también como olores producidos por la descomposición de alimentos, y como tales actúan exclusivamente de modo desagradable.

Por lo general, estas sustancias odoríferas, sobre todo cuando parten de manjares descompuestos, aparecen en una concentración mayor en relación con el olor del cuerpo, por lo cual cuando se presentan en esta forma acostumbramos a rechazarlos. Si embargo, si las mismas sustancias odoríferas se ponen de manifiesto en una forma correspondientemente diluida, nuestra actitud ante ellas, es decir, el que las percibamos de modo agradable o desagradable, depende exclusivamente de si en nuestra imaginación las asociamos con alimentos en descomposición o con el olor del cuerpo, o sea con imágenes sexuales.

Las imágenes asociadas a los olores

Este fenómeno, producido por la percepción de un olor, no está dado a priori, sino que está determinado por las imágenes que van unidas a la impresión olfatoria, no se encuentra sólo - como pudiera parecer en un estudio superficial - en determinadas sustancias odoríferas, sino prácticamente en general.

De todos modos, no puede negarse que determinados olores provocan, en la mayoría de los casos y en la mayoría de las personas, unas sensaciones agradables, mientras que a otras, por el contrario, le son desagradables, ya que - como ya se dijo - están determinadas por unas imágenes a ellos asociadas. A partir de lo expuesto, no se puede sentar una afirmación sobre qué olores o sustancias odoríferas son absolutamente agradables y cuales son desagradables, aun cuando siempre solemos admitir esa diferenciación.

Para la mayor comprensión de estos hechos, tan importantes para el perfumista citamos algunos ejemplos ilustrativos.

El olor del aldehído decílico, en su máxima concentración, en la cual recuerda el sudor en descomposición o la grasa rancia, es marcadamente desagradable. En cambio, en fuerte dilución - en esta forma lo encontramos en la piel de las naranjas - nos recuerda a éstas y por consiguiente, es percibido de forma agradable.

Fenómenos semejantes a éste, es decir, que un olor resulte desagradable de forma concentrada, pero que en fuerte dilución provoque una sensación placentera merced a la imagen que lo asocia con una flor o un fruto, no son desconocidos para el perfumista. Por ejemplo, los encontramos también en otros aldehídos grasos, en los ésteres metílicos y los ácidos antranílico y metil antranílico, en el indol, dimetilhidroquinona y derivados del p- cresilo.

Un fenómeno que debería ser conocido por la mayoría de los químicos, es que los débiles olores halógenos no les resultaban desagradables en un principio, pero, al tener que tratarlos contínuamente en un trabajo con vapores de halógenos más concentrados, con la subsiguiente irritación que ejerce sobre los órganos respiratorios, los mismos olores eran rechazados, desde entonces, como marcadamente desagradables.

Casi todos los médicos conocen pacientes que, en un principio, no tenían por desagradables las emanaciones del éter, del cloroformo o del ozono, pero que más tarde acabaron rechazándo estos olores después de una narcosis o de una larga cura de heridas dolorosas o repugnantes con rayos UV ( ultravioleta ) (tiene olor a ozono ).

También son frecuentes los casos en los cuales algunas mujeres rechazan rotundamente el olor de un perfume o de un jabón que ellas mismas han utilizado durante un embarazo acompañado de vivas náuseas.

Asimismo pueden citarse gran número de ejemplos que demuestran que las percepciones agradables y desagradables provocadas por olores deben atribuirse a imágenes que - casi siempre en nuestro subsconsciente - son asociadas con los olores.

Por tanto, si el perfumista obtiene efectos específicos mediante la composición de determinadas cantidades de ciertas sustancias odoríferas, debe reconocer que estos efectos, se hacen en imágenes, que son el resultado de recuerdos parciales aislados, despertados por algunos de los componentes de su perfume.
Tales imágenes parciales elementales pueden ser provocadas por sustancias odoríferas aisladas, o por los llamados complejos de sustancias odoríferas u olfatorias, lo cual es mucho más frecuente y trae consigo unas imágenes más claras.

Así, por ejemplo, el olor del hidroxicitronelal provocará una vaga imagen de flores, en tanto que los olores complejos a saúco, muguete, ciclamen, etc pueden provocar una imagen mucho más clara que las distintas flores que componen dichos perfumes.

Las imágenes parciales elementales provocadas por el olor de una composición son siempre individuales, es decir, distintas en cada persona, tanto por lo que respecta a su índole como también a su número.

Así, por ejemplo, el aroma de una esencia artificial de violeta ( en la adecuada dilución ) provocará para un profano 2 imágenes parciales: - una, de violetas en flor y la otra, de hojas de violeta verde y jugosas- Por consiguiente, la imagen de conjunto que se deduce de ello será la de un ramo de violetas compuesto de flores y hojas.

Al oler la misma composición otra persona, se representará en su imaginación la planta en flor en el bosque. Esta imagen puede formarse por las asociaciones de imágenes parciales elementales de flores de violetas, hojas verde húmedas y madera ( tallos de arbustos, troncos de los árboles ).

Muy distintas serán las imágenes elementales que percibirán el especialista y el perfumista cuando acerquen la misma esencia de violetas a su nariz analizadora.

El especialista identificará por el olor los distintos componentes de las composiciones responsables de estas imágenes elementales, como por ejemplo la ionona, heptina, carbonato de metilo, esencia de iris, metilionona, es decir, comparará las imágenes evocadas en él durante la olfacción de los distintos componentes, con sus recuerdos de las correspondientes sustancias odoríferas hasta que crea poder identificar sus propias percepciones olfatorias con las imágenes que se reflejan en su memoria.


La finalidad del perfume

Es evidente que no es el objeto de la perfumería, y sólo en algunos casos excepcionales el de algunos perfumistas, el seguir la divisa “ l´art pour l´art” en el sentido de perfección. De la misma manera, la moderna perfumería no ve en su máxima y última tarea en una imitación de la naturaleza.

El que una dama - ya que se trata principalmente de un círculo femenino de consumidoras 

-nota del tutor.- recordamos que no hacemos nuestras las opiniones del autor original del texto

al utilizar un perfume no se deja llevar por el propósito de irrradiar un aroma lo más parecido posible al de una violeta o una rosa, sino que su objeto es más bien, gracias al aroma que la acompaña como una parte de su maquillaje, ejercer un efecto lo más agradable y excitante posible sobre lo que la rodea, dicho de una forma más clara, sobre el otro sexo, y esto no es necesario ni demostrarlo.

Conscientemente o inconscientemente, la mujer que se perfuma obra en el sentido del instinto sexual, utiliza el perfume como un medio para la conquista amorosa, es decir, como afrodisíaco.

Si el perfume debe cumplir esta finalidad, su olor, debe despertar, también representaciones eróticas.

Esto se consigue generalmente mediante el empleo de sustancias odoríferas cuyo olor recuerde el de nuestro cuerpo, o el de sus excreciones ya sea por haber sido producidas dichas sustancias odoríferas por nuestro cuerpo, por ser procedentes de descomposición de dichas excreciones o simplemente por parecérsele el olor.

Partiendo de experiencias metódicas se ha comparado el hecho de que el efecto de dichas sustancias de “olor animal” correspondía a su intensidad olfativa o a su proporción cuantitativa en la composición, en tanto que el componente de olor animal, al oler el perfume, podía provocar una representación o imagen parcial consciente.

Siempre que éste era el caso, es decir, tan pronto la persona que llevaba a cabo la prueba olfatoria, percibía conscientemente la presencia de un componente de olor “animal”, este olor era juzgado como perturbador y rechazado como desagradable.

De estas observaciones pueden deducirse las siguiente conclusiones de suma importancia para el perfumista:

1.- Los componentes de un perfume de olor animal sólo ejercen una acción erótica cuando las imágenes o recuerdos directamente evocados por ellos del olor del cuerpo humano o de sus excreciones permanecen en el subconsciente.

2.- Si se hace consciente un tal recuerdo al oler un perfume, éste no actúe en forma erótica, sino que es rechazado como olor desagradable.

3.- Dado que el objeto final de un perfume, o sea su acción erótica, está en relación directa con la intensidad del olor de los componentes de olor animal que el mismo contiene, el maximum de acción erótica será alcanzado, cuando a pesar de la presencia de un componente lo más fuertemente erógeno posible, su olor animal no sea percibido como tal.

4.- Por consiguiente, una de las principales tareas de la técnica de la composición en perfumería consiste en el empleo de efectos lo más fuertemente animales posibles (erógenos) aunque deben ser enmascarados olfatoriamente mediante otros componentes, es decir, formarlos con complejos que no dejen surgir la presencia de imágenes parciales elementales de olores del cuerpo humano o de sus excreciones.

De lo anteriormente expuesto, se deduce que todo perfume completo, según nuestros conceptos, debe contener componentes de acción erótica que están caracterizados por su olor animal.

Hay que observar que cuando hablamos de “perfumes” nos referimos, sobre todo a extractos y aguas de tocador destinados al uso exclusivamente de mujeres ( sic!!), en las composiciones para el perfumista de preparados cosméticos, jabones y artículos de tocador para caballero son válidas unas normas distintas de estas reglas expuestas. De ella, se hablará en otro lugar. Mediante la investigación crítica de los buenos olores naturales y la observación de su efecto psíquico, sólo intentaremos encontrar ejemplos para los complejos aromáticos erógenos, para que el perfumista pueda utilizarlos como modelos en sus trabajos de composición.