SUSTANCIAS ODORÍFERAS
ERÓGENAS DE ORIGEN VEGETAL
EL NABO, LA CONA Y DE POSTRE............ BOÑIGAS!!!!
31/03/2015
Los productos erógenos de la huerta.
Por consiguiente, las
materias básicas ofrecidas por el reino animal a la perfumería
estan, como acabamos de demostrar, caracterizadas por sus olores
erógenos. En las sustancias aromáticas vegetales no es éste, en
modo alguno, el caso; sólo 2 drogas vegetales (raíces de costus,
semillas de almizcle ) muestran como tales, un olor marcadamente
animal y por tanto, erógeno.
Mucho más importante
para el perfumista son los olores de algunas flores, resinas
(bálsamos) y otras sustancias vegetales que por su contenido en
componentes erógenos ejercen una acción erótica.
Estos portadores de
olores, por su característico olor complejo, de efecto elemental
para el profano, no evocan ninguna imagen consciente de excreciones
humanas y por consiguiente, no son percibidos nunca de forma
desagradable.
De todos modos, en
algunos casos, una sustancia odorífera de flores aislada puede ser
percibida desagradablemente debido a un componente de olor animal muy
perceptible, si la simultánea percepción de la flor a través del
ojo no excluye cualquier círculo de imagen animal.
Observaciones de esta
índole pueden hacerse, por ejemplo, en las esencias de flores de
narciso y en determinadas variedades de jacintos, particularmente el
jazmín rico en indol, como sustancias odoríferas de origen
desconocido, son percibidas, a menudo, desagradablemente. Pero si se
huelen con la percepción o imagen de la flor, reflejada en el
pensamiento, son consideradas como agradables o, por menos, como
distinguidas.
La investigación
químico- científica de los complejos aromáticos vegetales ha
aclarado la función erógena de los distintos componentes como
portadores de olores animales. Algunas de estas sustancias odoríferas
están presentes, también, en las excreciones y secreciones
producidas por el cuerpo humano o en sus productos de descomposición,
la mayoría de las cuales, de todos modos, se les parecen sólo por
su olor.
Entre las sustancias
animales o semejantes a éstas, que ejercen una acción erótica en
los complejos aromáticos vegetales, el indol es,
quizá, el más importante.
“El
Indolo”
Este cuerpo nitrogenado
se forma en la putrefacción pancreática de la albúmina, pero no
está presente en las heces humanas. Aquí se encuentra solamente el
beta-metilindol (escatol) semejante al indol por su olor, pero en
ninguna de las sustancias odoríferas vegetales empleadas en
perfumería.
Si algunos conocidos
autores encuentran que en el indol, en su forma concentrada, posee
un marcado olor a heces, pero que en fuerte dilución recuerda el
olor del jazmín y de la naranja, esta última afirmación precisa de
una aclaración, aún en la mayor dilución, el olor del indol nunca
recordará al profano el aroma de una flor. (Vuestro profe discrepa
abiertamente del maestro Jellinek, a él le recuerda a “culi-flor”
;-). Sólo el especialista, el perfumista y el químico, que conocen
este cuerpo como componente natural de complejos de flores y que, por
tanto, tienen en mente las correspondientes imágenes, podrán
asociar el olor a heces del indol con el aroma de determinadas
flores.
Por el contrario, el
aroma del saúco o jazmín marchito en días cálidos y secos,
aparecerá particularmente sofocante para el profano, pero seguirán
siendo elementales como buenos olores, en tanto que al especialista
percibe en ellos un fuerte componente de indol, reconociéndolo como
tal y percibiéndolo como molesto, por su parecido al de las heces.
Si lo expresamos de una
manera un poco burda, para el profano ante el aroma del jazmín
piensa en una flor, y al oler el indol en las heces. El especialista,
en cambio, asocia el indol con imágenes de flores de jazmín y el
olor de las flores le hace pensar en el indol.
Una de las más
interesantes consecuencias de este fenómeno que acabamos de
presentar con el ejemplo del indo, pero que - aún cuando menos
marcadamente, pueden encontrarse en casi todas las sustancias
odoríferas homogéneas en el siguiente:
“ En un tiempo en el
cual la composición odorífera de las flores era desconocida, ya que
el perfumista no tenía si quiera a su disposición los más
importantes componentes de los complejos de flores, en tanto que
éstos no fueran directamente obtenidos de productos naturales por lo
que en los perfumes de flores eran simples productos de fantasía que
apenas tenían nada que ver con el modelo natural y sin embargo eran
los perfumes de flores los que tenían mayor aceptación del público”
Cuando, más tarde, la
ciencia aportó la aclaración sobre los más importantes principios
aromáticos de muchas flores, y la técnica ofreció al perfumista
los correspondientes materiales básicos es evidente que aquel
consiguió, en muchos casos, sorprendentes imitaciones de los olores
de las flores, pero, al mismo tiempo, los perfumes de flores quedaron
casi por completo fuera de la moda.
Por absurdo que pueda
parecer, la culpa de todo ello la tuvo precisamente la gran semejanza
demostrada por el producto artificial, el perfume, con el modelo
natural, es decir, el aroma de la flor.
En tanto no había
existido esta posibilidad, los llamados perfumes de flores eran
considerados como olores agradables y se presentaban en frascos que
llevaban, ciertamente, el nombre y casi siempre la imagen de la
flor, pero, en cambio no contenían su aroma. Pero, tan pronto fue
posible imitar - a veces de modo sorprendente - dicho aroma, la
ciencia, la técnica y el arte del perfumista pudieron triunfar, pero
sin que llegaran a satisfacer al público.
La culpa de esta
decepción sufrida por ambas partes, no se debe no sólo al hecho de
que el comprado de un perfume, como ya se dijo, no busca el olor de
una flor determinada, sino que - aun cuando a menudo lo haga
inconscientemente - busca el perfume como un artículo afrodisíaco,
así como le desconocer que muchos olores de muchas flores no son en
sí agradables, y no llegan a serlo, hasta que como acompañantes de
las formas y colores de las flores dan, juntamente con estas, un
conjunto bello y agradable.
Un interesante ejemplo
de la práctica nos ayudará a ilustrar este hecho: en la empresa en
la que curraba (el autor original del texto ) se solicitó de una
fábrica de flores artificiales composiciones para el perfumado de
las flores. Primero se les presentó pruebas olfatorias de distintas
esencias de flores y perfumes de flores. tras un examen se eligió
una selección de los perfumes de mayor éxito en el público, en
tanto que las esencias de flores ofrecidas (en solución alcohólica
) no encontraban, en ningún caso, una buena acogida.
Después de esto se
llevaron a cabo ensayos de perfumado en las flores artificiales -
maravillosamente parecidas a las naturales - fabricadas en seda
parafinada. Al examinar las flores perfumadas diversos profanos y
especialistas, fueron rechazadas, sin excepción todos los perfumes,
dando la explicación de que las flores olían de modo poco natural,
ya que se consideraban demasiado perfumadas.
Después de renovados
ensayos, tuvieron una favorable acogida las mismas esencias de flores
naturales y artificiales que como “perfumes” habían sido
rechazadas en primer lugar y que habían sido utilizado ahora para el
perfumado de las flores artificiales sin ninguna otra adición.
Este ejemplo demuestra
que en la flor se prefiere otro perfumado que en el hombre,
prescindiendo de un juicio de valor comparativo de a cual de los 2
tipos olfativos habría que dar preferencia.
El hecho de que en
ciertos casos, hablemos de una flor de aroma agradable, pero, en
cambio, no estimemos en modo alguno como tal el olor de esta flor, ha
sido explicado a menudo, diciendo que es imposible conservar en todo
su valor el aroma de la flor al extraerlo de la flor misma, o al
obtenerlo artificialmente mediante una composición.
Sin embargo, la realidad
es que también el aroma naturalde las flores, si se abstrae en
percepción de la observación física de la flor y no se asocia con
ninguna imagen de aquella en muchos casos no sólo resulta menos
agradable sino que, a veces, es desagradable.
Esta experiencia pudo
confirmarse mediante ensayos, llevados a cabo de la siguiente manera
con varias personas:
- el olor de narcisos fue considerado, generalmente, como desagradable y calificado entre otros, como de penetrante químico incluso como olor de establo. Asímismo, fueron rechazadas las flores de un jacinto azul, cuyo aroma fue comparado al de las cebollas podridas y peladuras sucias de patatas, y en otros casos como punzante y metálico, incluso a una persona le recordó el desagradable olor del gas de alumbrado.
- una variedad blanca del jacinto encontró una acogida mucho mayor, aún cuando también su olor pareció a algunas personas desequilibrado y algo penetrante.
- El olor de las flores del alhelí amarillo fue rechazado en casi todos los casos como no completado y sin carácter.
- La mayoría de los examinantes encontró poco agradables los siguientes perfumes:flor de acacia (Robinia pseudoacacia)lirio blanco y flores de retama (monótono, sin encanto, dulzón, desvaído )mimosas ( seco, químico )
- Como agradables fueron percibidos el ciclamen, el muguette, las rosas, las violetas, las tuberosas, los claveles de jardín y el saúco azul, en tanto que el aroma del saúco blanco le parecía aburrido - dulzón a algunas personas.Desgraciadamente en estos ensayos no pudo disponerse de jazmín y flor de naranjo, el juicio sobre los cuales, hubiese sido, sin duda, interesante.
La pared de un vaso de
precipitados de 250 ml se cubrió con papel de filtro para hacerlo
opaco, y luego se llenó el vaso, aproximadamente hasta la mitadd
con flores frescas objeto del ensayo. Luego se taparon las flores
con una capa de fibrras de asbesto.
Durante las pruebas
olfatorias se dijo que se trataban de asbestos provenientes de un
flitrados de perfumes. Se pidió un juicio cualitativo del perfume y
si era posible, alguna característica del olor, ya que los
resultados de dicha prueba debía proporcionar datos para la
designación del producto.
Simultáneamente, con
las muestras de las flores, se presentaron también para el examen,
vasos de asbesto rociado con soluciones 0,1 - 0, 5 %. - estas
débiles concentraciones eran las más parecidas en intensidad a las
flores utilizadas - de diversos perfumes de fantasía, secándose
luego aquellos. Estos perfumes representaban diversos tipos de
olores de flores sólo debían servir para ofrecer una posibilidad
de comparación con aromas agradabables acreditados.
En los ensayos llevados
a cabo de este modo en distintos momentos determinados por la
existencia de flores frescas - pudieron hacerse las siguientes
observaciones - :
Los resultados de estos
ensayos demuestran que incluso en las flores conocidas como de
agradable olor, las sustancias odoríferas de las flores no siempre
resultan agradables per se.
La flor, ante todo
atractiva para el ojo humano, puede irradiar un aroma, el complejo
del cual, desde un punto de vista puramente perfumista, puede mostrar
ciertas deficiencias, sin que ello sufra el agradable efecto de
conjunto de la flor aromática.
Por este motivo, el
perfumista, que debe renunciar a la colaboración visual de la flor,
al utilizar muchas sustancias odoríferas de por sí poco agradables
- entre las cuales se encuentran los cuerpos erógenos y sobre todo
el indol - debe hacer gala de una gran cautela, y nunca puede
emplear en sus composiciones, ni siquiera aproximadamente adiciones
tan grandes de estas sustancias odoríferas, como se encuentran
presentes en los correspondientes complejos naturales.
Así, por ejemplo, la
esencia natural de flor de jazmín posee un contenido en indol que
oscila entre un 2 - 5 % (Cerighelli, Mace ), en tanto que conocidos
autores, en las normas por ellos publicadas no exceden, por lo
general, de las adiciones del 0,2%
Frente a un contenido
natural de indol del 0,08 - 2 % en la esencia de flor de naranjo, en
los complejos artificiales se recomiendan adiciones de, a lo sumo, de
0,3 %.
Estas considerables
diferencias que existen en la composición de la esencia de flores
naturales y artificiales, que no se limitan al indol, de
extraordinario rendimiento, sino que también pueden encontrarse en
otras sustancias odoríferas, de por si poco agradables, pero casi
siempre particularmente intensas, son la causa principal de que los
productos artificiales, aun cuando a veces, puedan aproximarse
bastante cualitativamente a los complejos naturales, no puedan
comparársele, ni de mucho ,en rendimiento e intensidad.
Sin embargo, dado que
precisamente las más importantes sustancias odoríferas que poseen
propiedades erógenas, que han sido determinadas científicamente
como componentes naturales de flores, muestran, sin expcepción,
fuertes efectos olfatorios, para obtener efectos fuertemente exóticos
no puede renunciarse, en general, al empleo de sustancias odoríferas
naturales, sin que por ello sufra la calidad del perfume.
Así, la esencia
absoluta de jazmín y también la esencia de flor de naranaja se
emplean muchas veces tan sólo debido a su contenido en indol, es
decir, por su acción erótica como componente de delicadas
composiciones.
En estas dos y en las
esencias de las flores de acacias (robinias) y el alhelí amarillo,
así como en la esencia de nerolí se determinó la presencia de
indol mediante análisis químicos, en cambio, en las sustancias
odoríferas de muguete y saúco, así como en algunas otras flores,
debe ser adivinada dicha presencia mediante análisis olfatorios.
Un olor a heces mucho
menos acusado, en cierto modo sólo presente en forma de matiz, lo
muestra el ácido fenilacético, el cual en forma libre como también
en forma de sus ésteres, ha podido ser comprobado científicamente
en las esencias de flores de naranjo.
Sin embargo, el
característico olor a miel de este ácido y sus ésteres revela
además, su presencia em toda otra serie de esencias de flores, de
las cuales citaremos tan sólo como ejemplo las rosas, la retama y
las flores de tilo.
Así como en el empleo
del indol en los perfumes debe hacerse gala de la mayor cautela, para
evitar la aparición de un olor a heces, y con ello, de las imágenes
que lleva asociadas, el perfumista debe trabajar preferentemente con
esencia de la flor de jazmín o flor de naranjo antes que con indol
puro, ya que el empleo del ácido fenilacético y sus ésteres en
forma pura pone también en peligro la armonía de las composiciones.
Un pequeño exceso no actúa como erótico y edulcorante sino como
duro y áspero y químico, es decir, desagradable. Por el contrario,
aún con las mayores adiciones de ácido fenilacético, no existe
apenas el peligro de que una nota fecal pueda evocar conscientemente
imágenes elementales de excreciones del cuerpo.
A pesar de ello, en los
perfumes finos, el componente ácido fenilacético aparece casi
siempre en forma de esencia de rosas o de las Essences absolutas de
rosas y de flores de naranjo.
Es difícil decidir si
el ácido fenilacético juega asimismo un papel erógeno en el aroma
del tabaco, el cual contiene cantidades relativamente importantes de
ácidos libres y a menudo, también de sus ésteres, pero reforzaría
el punto de vista de los sicoanalistas, los cuales afirman que la
raiz de la pasión del fumar - lo mismo que el chupar o chupetear de
los niños (Freud) se encuentra en un terreno erótico.
Hay que destacar que las
variedades de tabaco y centroamericanas particularmente apreciadas,
muestran, a menudo, un fuerte aroma fecal, ya que presentan matices
olorosos que recuerdan al escatol, el ácido valeriánico y caprónico
o sus ésteres.
Un olor fecal mucho más
intenso y marcado que el ácido fenilacético, lo muestra el éster
paracresílico, el olor del cual recuerda el de los narcisos y el de
los junquillos.
Los restantes derivados
del paracresol poseen una nota olfatoria urinosa más o menos
marcada, la cual destaca, especialmente en el acetato de paracresilo.
La presencia del acetato
y fenilacetato de paracresol en las esencias de flores de narcisosy
junquillos no puede ser determinada hasta ahora ( en 1948!!), por la
via química, pero puede sospecharse en los análisis olfatorios de
estas flores.
Por el contrario, pudo
demostrarse científicamente las presencia del éter metílico de
paracresilo en la esencia de Ylang - Ylang y en la esencia del Alhelí
amarillo. En la esencia de flor de jazmín puede estar presente el
paracresol libre (Etze).
En tanto, el indol, el
ácido fenilacético y los derivados de paracresol recuerdan con su
olor las excreciones humanas, las sustancias odoríferas más
adelante citadas deben su acción erótica a sus semejanzas de olor
con el sudor humano o consus productos de descomposición.
En primer lugar, hay que
citar a los aldehídos grasos con 8 - 12 átomos de C, los cuales
juegan un importante papel tanto en los complejos aromáticos
naturales como, también, en la moderna perfumería.
La presencia de aldehído
cetílico ( C8 ) ha sido demostrada en la esencia de rosas alemana,
esencia de flor de naranjo y en la esencia de lemongrass. El aldehído
nonílico ( C9 ) se ha encontrado en la esencia de rosas, esencia de
lemongras, esencia de iris, esencia de canela de ceylan, así como en
la esencia de mandarina, el aldehído decílico ( C10 ) fue hallado
en la esencia de lemongrass, esencia de naranja, esencia de
mandarina, esencia de nerolí, esencia de iris, esencia de coriandro,
esencia de citronelal, esencia de flor de casia y esencia de
pinoabeto ( abies alba ). En la esencia de conífera citada y en la
esencia de ruda ha sido demostrada la presencia del aldehíddo
láurico (C12 ).
Unos efectos parecidos
al de los aldehídos grasos pero mucho más débiles, los presentan
los correspondientes alcoholes, que se presentan asimismo como tales
y, más a menudo todavía, en forma de sus ésteres en los complejos
aromáticos naturales.
Dado que la acción
erótica de las sustancias aromáticas animales se basa en al
evocación de imágenes del cuerpo humano, en tanto que una
consciente percepción de un olor fecal o de sudor no se por sí
erógeno, sino, más bien desagradable, un efecto afrodisíaco máximo
puede conseguirse tan sólo con la combinación de olores fecales y
de sudor; no sólo porque estos 2 componentes que pueden ser
empleados simultáneamente al máximo, muestran un efecto total
incrementado, dado por su suma, sino también, porque su olor
complejo tiene mucha más semejanza con el complejo “olor a cuerpo”
que cada componente por sí sólo.
Este hecho fue
reconocido y considerado hasta ahora por expertos perfumistas de
manera intuitiva, aún cuando ignoraran las manifestaciones y
relaciones causales, los olores fecales y de sudor nunca deben ser
empleados aisladamente, sino siempre simultáneamente en la
composición de perfumes.
Asímismo, hay que
observar que esta ley, válida para la técnica de composición de
perfumes, no puede encontrar aplicación en la síntesis de esencias
de flores artificiales. Además, debe observarse tmabién que la
relación cuantitativa de los componentes de olor animal y de acción
erótica puede ser distinta entre sí, a menudo el olor fecal y el
olor a sudor, casi siempre en la misma proporción, dan el mejor
resultado de conjunto, en otros casos se empleará un máximo de uno
de los 2 componentes para conseguir el efefcto complementario
deseado.
Viejas generaciones de
perfumistas destacaron, una y otra vez, las ventajas de las pomadas
de flores frente a las esencias aobsolutas, dado que estas últimas
carecen del interesante matiz “graso”, el cual da excelentes
efectos aromáticos.
Esta nota grasa era
especialmente deseada en la esencia de flor de jazmín donde se la
reconoce, en ciento modo, como componente, de contraste
complementario ( sudor ) con respecto al indol (heces ) de la esencia
de flores.
La esencia de nerolí y
la esencia de flor de naranjo contienen ya en sí, el aldehído
decílico, el complemento para el indol.
Por las mismas razones,
en los tipos de perfumes franceses se emplea casi sin excepción,
junto con la esencia de jazmín (indol, matiz fecal ) también la
esencia de rosas (aldehído, matiz de sudor )
Para complementar los
efectos olfatorios de drogas animales con olores fecales, en su
tiempo servía, además del taragen, de olor siempre graso (sudoroso)
o más trade, las esencias concretas de flores y raíces de iris de
contenido ceroso, muy a menudo las esencias de contenido en aldehídos
grasos.
El moderno perfumista
trabaja con los aldehídos grasos y alcoholes grasos como tlaes, es
decir, con soluciones de los cuerpos puros, representados
sintéticamente. Por ello no está ya ligado al empleo de
determinados complejos naturales de sustancias odoríferas (aceites
esenciales ) en los cuales debería basarse antiguamente para
conseguir un efecto de sudor, lo cual le permite mayores
posibilidades para los interesantes derivados de ácidos grasos que
caracterizan un gran número de las más afortunadas creaciones de
nuestro tiempo.
Hay que tener en cuenta
y - con ello no diremos, seguramente nada nuevo al experto
perfumista, pero sí le explicará un fenómeno ya conocido para él
- que el empleo de aldehídos grasos y otras sustancias odoríferas
“grasas” o “sudorosas” debe ir siempre aparejada con
componentes de olor fecal (drogas animales, indol, escatol ) si es
que quieren conseguirse efectos lo suficientemente fuertes y que no
resultan, a la vez , desagradables.
Entre ellos, quizá el
aldehído graso más empleado en perfumería es acetaldehído de
metil ionona, isómero del aldehído láurico, que debe su múltiple
aplicación a las notas balsámicas, floridas y frutosas en él
reunidas, que acompañan al olor a sudor de este cuerpo.
Como olor vegetal,
encuentra aplicación el acetaldehído metilhexílico, isómero del
aldehído nonílico. Una nota asímismo algo “verde”, la posee el
aldehído undecílico ( C11 ) que en comparación con el aldehído
metilhexílico parece más bien “seco”, por consiguiente es menos
preferible en los complejos de flores, siendo más bien empleado en
las composiciones de fantasía.
Finalmente, habría que
citarse asímismo, el aldehído mirístico ( C14 ) que podría
presentarse también en el Iris ( irisbutter ), el olor del cual
recuerda claramente.
Un efecto parecido al de
los aldehídos grasos lo posee el aldehído hidroxicinámico
(aldehído fenilpropílico ) que muestra su olor a sudor
extraordinariamente intenso, endulzado por una nota balsámica.
Su existencia natural ha
sido demostrada en al esencia de Canela de Ceylan y de acuerdo con
los análisis olfatorios - puede encontrarse en los complejos
aromáticos de determinadas variedades de jacintos, del saúco blanco
y del lirio blanco -
Su alcohol
correspondiente que presenta un olor parecido, aun cuando mucho más
débil, hasta ahora no ha sido descubierto todavía en forma libre en
las sustancias odoríferas naturales, sin embargo, los ésteres del
alcohol hidroxicinámico están presentes en la esencia de canela de
Ceylan ( acetato ) aasí como en el Storaque, Benjuí de Sumatra y el
bálsamo de Perú (cinamato).
Un marcado olor a sudor
lo poseen el ácido butírico e isobutírico, la acción erótica de
los cuales se pone de manifiesto aun en algunos de sus ésteres. A
diferencia de los ácidos libres, aquellos han sido encontrados en
algunos complejos de sustancias odoríferas naturales, como por
ejemplo, en la esencia de espliego y en la de macis.
De los olores producidos
por el cuerpo humano, y que, por consiguiente, recuerdan a éste,
siendo por tanto, erógenos, los olores fecales, urinosos y
sudorosos, siempre que sean percibidos conscientemente resultan
desagradables, e incluso, son repulsivos y repugnantes, cuando se
hallan en grandes concentraciones. Por el contrario, la nota
aromática típica para el cabello humano, que se presenta también
como componente de la región pubiana caracterizada a menudo como
“olor a cabellos”, no es percibida desagradablemente en ninguna
concentración.
Esta peculiar nota
amargo - dulce, que posee cierta semejanza con el olor a nueces,
puede con mayor o menor intensidad encontrarse en todas las drogas
animales.
Como portador de este
olor se creyó, en un principio, haber reconocido a determinadas
cetonas, específicas para distintas drogas (muscón, zibetón ). El
aislamiento del principio oloroso de la esencia de granos de almizcle
y la identificación de ese cuerpo, bautizado por su descubridor
Kerschbaum con el nombre de Ambrettolid, con una lactona de 18 átomos
de C llevó a la conclusión de que también en los complejos
aromáticos de las drogas animales es a las lactonas que puede
atribuirse el citado “aroma a cabello” sumamente agradable y
erógeno.
Junto con el Ambrettolid
de la esencia de grano de almizcle pudo demostrarse, asímismo, la
presencia de lactonas de olor erógeno en la esencia de raiz de
costus (Costolactona) y esencia de alanto (mantolactona ). Los
análisis olfatorios permiten sospechar también su presencia en la
esencia de zanahorias ( esencia de Daucus ), Sauge esclareè (esencia
de salvia esclarea o moscatel ) y en la esencia de ciprés, que en su
forma determinada se pone muy bien de manifiesto.
Sin duda, la
investigación científica y la síntesis de nuevas lactonas
resultará aún sumamente interesante para la perfumería y
facilitará importantes sustancias básicas, debido a sus propiedades
erógenas.
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