EL
OLOR CORPORAL - EAU DE CHOT@ - INTENSE
25/03/2015
José
Luis Vaquerín - Nez -
Eau de Chot@ - Intense -
En primer lugar, que el
olor del cuerpo del hombre debe considerarse como un atributo sexual
secundario, puede probarlo una afirmación no hecha quizá en esta
forma, y de la exactitud de la cual no puede dudarse después de lo
que vamos a exponer a continuación:
1.- sólo al iniciarse
la pubertad se desarrolla en el hombre el olor corporal para el
individuo maduro sexualmente. Los lugares de formación del mismo,
aparte de los aparatos urogenitales en la mujer, son las glándulas
sebáceas.
En un estudio sobre
hormonas. Se califican las hormonas como sustancias olfatorias
erógenas formadas e irradiadas por el cuerpo humano maduro
sexualmente y se justifica esta caracterización con el hecho de que
estas sustancias odoríferas son como sustancias mensajeras y
provocan importantes estímulos excitantes. La limitación de que el
efecto natural de las hormonas se debe limitar al organismo que las
ha producido se rechaza con los siguientes argumentos:
1.- En tanto que hasta ahora
sólo eran observadas aquellas hormonas - que no son otra cosa que
productos del metabolismo - que despliegan su acción en el organismo
mismo, junto a estas endohormonas (es decir, internas ) juegan
también un importante papel las ectohormonas (las externas ). Éstas
no sólo son utilizadas y consumidas en el propio organismo, sino
también son cedidas hacia afuera, y ejercen sobre otro seres vivos
un influjo útil para el individuo productor de hormonas o para la
misma especie.
2.- Además de la
cabellera, las partes pilosas de la zona axilar y de la pelvis,
desarrolladas en el curso de la pubertad, asi como la barba varonil,
no sólo ejercen un efecto mecánico protector contra el frío y las
radiaciones, sino que también sirven como dispositivos de expansión
de olores al favorecer la evaporación de las secrecciones cutáneas.
Gracias a la irradiación
de las sustancias olorosas facilitada de esta manera, el
revestimiento piloso humano, en particular, la parte del mismo que
corresponde a su madurez sexual, está simultáneamente al servicio
de las funciones sexuales.
Algunos autores han
llamado la atención sobre este hecho y sobre análogos fenómenos en
el mundo animal, calificados como espolvoreadores de olores y las
relaciones de los cuales con respecto a la propagación de olores
sexuales esta fuera de toda duda.
Basándose en
investigaciones algunos científicos recuerdan el hecho “generalmente
conocido”, de que las partes del cuerpo humano recubiertas de pelos
tienen un material de evaporación más intenso que las desprovistas
de ellos y que estos olores son excitantes. Asímismo, es un hecho
comprobado que los individuos de pelo abundante huelen mucho más
intensamente que los menos pilosos y que muchas veces provocan un
efecto erótico mayor. Aquí debemos recordar la imagen de los
“machoman”.
También se ha
demostrado que las partes densamente cubiertas de pelo del cuerpo
humano irradian un olor más fuerte que la piel que está cubierta
por escaso pelo. Las causas de este fenómeno se encuentran en el
número de glándulas sebáceas, que son proporcionales al número de
pelos, como lugares de formación de sustancias odoríferas y en la
función de los cabellos como pulverizadores de olor.
3.- En las intermitentes
alteraciones del organismo sexual femenino (menstruación) el olor
corporal erógeno es dominado por un olor a trimetilamina. También
son conocidos los olores que acompañan a numerosas infecciones,
estados catarrales o supuraciones más o menos intensos que se
interpretan como una señal de aviso, que indica que debe darse
reposo y descanso al organismo sexual afectado por la enfermedad del
cuerpo.
Por consiguiente, una
pasajera exclusión de las funciones sexuales normales irá
acompañada de una alteración simultánea que obrará a modo de un
empeoramiento del olor del cuerpo.
4.- Las funciones
sexuales femeninas, interrumpidas en el climaterio se exteriorizan en
el sentido de un empeoramiento del olor corporal, las irradiaciones
del cual ceden considerablemente por la simultánea clarificación
del vello pubiano y axial.
Algunos científicos
hablan de la casi desaparición del olor corporal típico de la mujer
sexualmente madura en los años crítcos para dar lugar a un olor de
“matrona” apenas perceptible.
Nota del profe.-
evidentemente, no compartimos lo que está escrito por el profesor
Jellinek en 1948.
5.- La presencia de un
olor racial específico, es decir la diferenciación del olor
corporal de las raas humanas fue comprobado mediante experimentos.
El hecho de que las
diferencias de olor de los sexos sean mayores que las de las razas es
confirmado por varios autores mediante la anécdota que durante un
viaje por los mares del sur la compañera de un naturalista fue
identificada como mujer por los nativos aún yendo vestida de hombre.
Lo mismo que todo signo
sexual, también el olor del cuerpo es erógeno, no es necesario
aclarar como condición previa de que por este nombre se entiende
sólo el olor del cuerpo humano desnudo, sano y limpio. Es decir
actúa de modo excitante y erótico sobre el impulso sexual.
Este hecho no tan sólo
era y es comúnmente conocido, sino que era utilizado también
consicentemente y sigue siéndolo todavía, entre los pueblos e
individuos primitivos.
El empleo del olor del
sudor como afrodisíaco forma parte integrante de la más antigua
literatura escrita en todos los idiomas. Prendas de vestir empapadas
de sudor eran llevadas ocultamente como medio de encantamiento
amoroso al campo sensorial del deseado compañero sexual, o bien
jugaban un importante papel en la preparación de elixires amorosos (
filtros ). De manera semejante se utilizaba también el olor natural
del cabello.
Pero el intelecto velado
por el impulso sexual ( Shopenhauer ) del hombre no se limita sólo
al uso y goce de las sustancias aromáticas de la piel y del cabello.
“Sería
erróneo suponer que las personas sexualmente sensibles al olor de la
orina o de las heces, tengan que mostrar necesariamente defectos
espirituales. La escatología, es decir, el papel casi siempre
marcadamente sexual de los productos finales del metabolismo humano y
de los procesos a ello relacionados en las costumbres, la
superstición y la literatura de los pueblos, aporta la prueba de
que la coprolagnia, es decir, la actividad sensual que asocia los
procesos y productos de las excreciones humanas en la libido sexualis
y aspira a un goce sexual de ello, se encuentran en todos los tiempos
y entre todos los pueblos.”
Bibliógrafos franceses
publicaron conclusiones acerca de la importancia que juega el olor de
las excreciones en la excitación de los deseos sexuales.
Con lo aquí expuesto,
debería estar suficientemente demostrado que el olor del cuerpo
humano puede ser considerado como un atributo sexual secundario.
Por consiguiente, con
esto queda demostrado también que el sentido del olfato juega un
papel muy importante al servicio del impulso de la reproducción,
puesto que el olor del cuerpo humano excita el instinto sexual,
provocando con ello – hablando en términos generales- una
sensación voluptuosa en el individuo.
Pero , como sea que al
principio de nuestra exposición hemos podido comprobar que los
olores voluptuosos son percibidos como olores agradables, también el
olor del cuerpo humano debe ser incluido entre éstos.
Nota.- voluptuoso: que
causa un gran placer o deseo sensual.
Por experiencia, sabemos
que el olor del cuerpo, de por si, es decir, cuando su percepción no
está asociada conscientemente o inconscientemente como
representaciones sexuales, no puede considerarse como un típco olor
agradable, lo cual es fácilmente comprensible también, dada su
composición química.
El olor de las regiones
del cuerpo expresamente cubiertas de pelos es determinado por las
sustancias odoríferas, existe una clasificación basada en los
ácidos grasos saturados con 4 – 9 átomos de carbono ( símbolo
químico= C ) o sea:
- Ácido butírico olor a queso 4 átomos de C
- Ácido valeriánico olor a grasa rancia 5 átomos de C
- Ácido capróico olor a sudor 6 átomos de C
- Ácido Heptínico olor a huesos descompuestos 7 átomos de C
- Ácido Caprílico olor a mirtilo 8 átomos de C
- Ácido nonílico etc 9 átomos de C
Estos componentes del
olor del cuerpo humano nos son conocidos ya sea aisladamente,
combinados entre sí o con otras sustancias odoríferas y también
como olores producidos por la descomposición de alimentos, y como
tales actúan exclusivamente de modo desagradable.
Por lo general, estas
sustancias odoríferas, sobre todo cuando parten de manjares
descompuestos, aparecen en una concentración mayor en relación con
el olor del cuerpo, por lo cual cuando se presentan en esta forma
acostumbramos a rechazarlos. Si embargo, si las mismas sustancias
odoríferas se ponen de manifiesto en una forma correspondientemente
diluida, nuestra actitud ante ellas, es decir, el que las percibamos
de modo agradable o desagradable, depende exclusivamente de si en
nuestra imaginación las asociamos con alimentos en descomposición o
con el olor del cuerpo, o sea con imágenes sexuales.
Las imágenes asociadas a los olores
Este fenómeno,
producido por la percepción de un olor, no está dado a priori, sino
que está determinado por las imágenes que van unidas a la impresión
olfatoria, no se encuentra sólo - como pudiera parecer en un estudio
superficial - en determinadas sustancias odoríferas, sino
prácticamente en general.
De todos modos, no puede
negarse que determinados olores provocan, en la mayoría de los casos
y en la mayoría de las personas, unas sensaciones agradables,
mientras que a otras, por el contrario, le son desagradables, ya que
- como ya se dijo - están determinadas por unas imágenes a ellos
asociadas. A partir de lo expuesto, no se puede sentar una afirmación
sobre qué olores o sustancias odoríferas son absolutamente
agradables y cuales son desagradables, aun cuando siempre solemos
admitir esa diferenciación.
Para la mayor
comprensión de estos hechos, tan importantes para el perfumista
citamos algunos ejemplos ilustrativos.
El olor del aldehído
decílico, en su máxima concentración, en la cual recuerda el sudor
en descomposición o la grasa rancia, es marcadamente desagradable.
En cambio, en fuerte dilución - en esta forma lo encontramos en la
piel de las naranjas - nos recuerda a éstas y por consiguiente, es
percibido de forma agradable.
Fenómenos semejantes a
éste, es decir, que un olor resulte desagradable de forma
concentrada, pero que en fuerte dilución provoque una sensación
placentera merced a la imagen que lo asocia con una flor o un fruto,
no son desconocidos para el perfumista. Por ejemplo, los encontramos
también en otros aldehídos grasos, en los ésteres metílicos y los
ácidos antranílico y metil antranílico, en el indol,
dimetilhidroquinona y derivados del p- cresilo.
Un fenómeno que debería
ser conocido por la mayoría de los químicos, es que los débiles
olores halógenos no les resultaban desagradables en un principio,
pero, al tener que tratarlos contínuamente en un trabajo con vapores
de halógenos más concentrados, con la subsiguiente irritación que
ejerce sobre los órganos respiratorios, los mismos olores eran
rechazados, desde entonces, como marcadamente desagradables.
Casi todos los médicos
conocen pacientes que, en un principio, no tenían por desagradables
las emanaciones del éter, del cloroformo o del ozono, pero que más
tarde acabaron rechazándo estos olores después de una narcosis o de
una larga cura de heridas dolorosas o repugnantes con rayos UV (
ultravioleta ) (tiene olor a ozono ).
También son frecuentes
los casos en los cuales algunas mujeres rechazan rotundamente el olor
de un perfume o de un jabón que ellas mismas han utilizado durante
un embarazo acompañado de vivas náuseas.
Asimismo pueden citarse
gran número de ejemplos que demuestran que las percepciones
agradables y desagradables provocadas por olores deben atribuirse a
imágenes que - casi siempre en nuestro subsconsciente - son
asociadas con los olores.
Por tanto, si el
perfumista obtiene efectos específicos mediante la composición de
determinadas cantidades de ciertas sustancias odoríferas, debe
reconocer que estos efectos, se hacen en imágenes, que son el
resultado de recuerdos parciales aislados, despertados por algunos de
los componentes de su perfume.
Tales imágenes
parciales elementales pueden ser provocadas por sustancias odoríferas
aisladas, o por los llamados complejos de sustancias odoríferas u
olfatorias, lo cual es mucho más frecuente y trae consigo unas
imágenes más claras.
Así, por ejemplo, el
olor del hidroxicitronelal provocará una vaga imagen de flores, en
tanto que los olores complejos a saúco, muguete, ciclamen, etc
pueden provocar una imagen mucho más clara que las distintas flores
que componen dichos perfumes.
Las imágenes parciales
elementales provocadas por el olor de una composición son siempre
individuales, es decir, distintas en cada persona, tanto por lo que
respecta a su índole como también a su número.
Así, por ejemplo, el
aroma de una esencia artificial de violeta ( en la adecuada dilución
) provocará para un profano 2 imágenes parciales: - una, de
violetas en flor y la otra, de hojas de violeta verde y jugosas- Por
consiguiente, la imagen de conjunto que se deduce de ello será la de
un ramo de violetas compuesto de flores y hojas.
Al oler la misma
composición otra persona, se representará en su imaginación la
planta en flor en el bosque. Esta imagen puede formarse por las
asociaciones de imágenes parciales elementales de flores de
violetas, hojas verde húmedas y madera ( tallos de arbustos, troncos
de los árboles ).
Muy distintas serán las
imágenes elementales que percibirán el especialista y el perfumista
cuando acerquen la misma esencia de violetas a su nariz analizadora.
El especialista
identificará por el olor los distintos componentes de las
composiciones responsables de estas imágenes elementales, como por
ejemplo la ionona, heptina, carbonato de metilo, esencia de iris,
metilionona, es decir, comparará las imágenes evocadas en él
durante la olfacción de los distintos componentes, con sus recuerdos
de las correspondientes sustancias odoríferas hasta que crea poder
identificar sus propias percepciones olfatorias con las imágenes que
se reflejan en su memoria.
La
finalidad del perfume
Es evidente que no es
el objeto de la perfumería, y sólo en algunos casos excepcionales
el de algunos perfumistas, el seguir la divisa “ l´art pour
l´art” en el sentido de perfección. De la misma manera, la
moderna perfumería no ve en su máxima y última tarea en una
imitación de la naturaleza.
El que una dama - ya que
se trata principalmente de un círculo femenino de consumidoras
-nota
del tutor.- recordamos que no hacemos nuestras las opiniones del
autor original del texto
al utilizar un perfume no
se deja llevar por el propósito de irrradiar un aroma lo más
parecido posible al de una violeta o una rosa, sino que su objeto es
más bien, gracias al aroma que la acompaña como una parte de su
maquillaje, ejercer un efecto lo más agradable y excitante posible
sobre lo que la rodea, dicho de una forma más clara, sobre el otro
sexo, y esto no es necesario ni demostrarlo.
Conscientemente o
inconscientemente, la mujer que se perfuma obra en el sentido del
instinto sexual, utiliza el perfume como un medio para la conquista
amorosa, es decir, como afrodisíaco.
Si el perfume debe
cumplir esta finalidad, su olor, debe despertar, también
representaciones eróticas.
Esto se consigue
generalmente mediante el empleo de sustancias odoríferas cuyo olor
recuerde el de nuestro cuerpo, o el de sus excreciones ya sea por
haber sido producidas dichas sustancias odoríferas por nuestro
cuerpo, por ser procedentes de descomposición de dichas excreciones
o simplemente por parecérsele el olor.
Partiendo de
experiencias metódicas se ha comparado el hecho de que el efecto de
dichas sustancias de “olor animal” correspondía a su intensidad
olfativa o a su proporción cuantitativa en la composición, en tanto
que el componente de olor animal, al oler el perfume, podía provocar
una representación o imagen parcial consciente.
Siempre que éste era el
caso, es decir, tan pronto la persona que llevaba a cabo la prueba
olfatoria, percibía conscientemente la presencia de un componente de
olor “animal”, este olor era juzgado como perturbador y rechazado
como desagradable.
De estas observaciones
pueden deducirse las siguiente conclusiones de suma importancia para
el perfumista:
1.- Los componentes de un
perfume de olor animal sólo ejercen una acción erótica cuando las
imágenes o recuerdos directamente evocados por ellos del olor del
cuerpo humano o de sus excreciones permanecen en el subconsciente.
2.- Si se hace consciente
un tal recuerdo al oler un perfume, éste no actúe en forma erótica,
sino que es rechazado como olor desagradable.
3.- Dado que el objeto
final de un perfume, o sea su acción erótica, está en relación
directa con la intensidad del olor de los componentes de olor animal
que el mismo contiene, el maximum de acción erótica será
alcanzado, cuando a pesar de la presencia de un componente lo más
fuertemente erógeno posible, su olor animal no sea percibido como
tal.
4.- Por consiguiente, una
de las principales tareas de la técnica de la composición en
perfumería consiste en el empleo de efectos lo más fuertemente
animales posibles (erógenos) aunque deben ser enmascarados
olfatoriamente mediante otros componentes, es decir, formarlos con
complejos que no dejen surgir la presencia de imágenes parciales
elementales de olores del cuerpo humano o de sus excreciones.
De lo anteriormente
expuesto, se deduce que todo perfume completo, según nuestros
conceptos, debe contener componentes de acción erótica que están
caracterizados por su olor animal.
Hay que observar que
cuando hablamos de “perfumes” nos referimos, sobre todo a
extractos y aguas de tocador destinados al uso exclusivamente de
mujeres ( sic!!), en las composiciones para el perfumista de
preparados cosméticos, jabones y artículos de tocador para
caballero son válidas unas normas distintas de estas reglas
expuestas. De ella, se hablará en otro lugar. Mediante la
investigación crítica de los buenos olores naturales y la
observación de su efecto psíquico, sólo intentaremos encontrar
ejemplos para los complejos aromáticos erógenos, para que el
perfumista pueda utilizarlos como modelos en sus trabajos de
composición.
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