EL
ORIGEN DE LA ATRACCIÓN SEXUAL HUMANA
-
1ª parte -
18/02/2015
José
Luis Vaquerín - Nez -
“Ninguna
hembra de ninguna otra especie con reproducción sexual hace el amor
con la misma frecuencia que la hembra humana..... somos una especie
consagrada a la sexualidad. ¿Por qué? Porque la hembra humana es
capaz de una excitación sexual constante y de provocar idéntica
excitación en los machos”
En
ser humano es la única especie que disfruta de una conducta
reproductiva basada en un modo de atracción entre ambos sexos
regulado por ciertos rasgos y proporciones físicas que no se
encuentran sujetos a actos de temporalidad.
Esto se denomina Sistema
de Atracción Epigámica, es decir, en la especie
humana nos sentimos atraídos los unos a los otros porque nos
encontramos físicamente atractivos. No dependemos de los periodos de
emisión de olores y nos apareamos constantemente debido a la
atracción física.
Una de nuestras
preocupaciones fundamentales es ser atractivos, ya que nos
abre la puerta al mantenimiento regular de las relaciones sexuales
que tanto deseamos y para las que nos encontramos contínuamente
dispuestos.
Somos una especie
sexual, y a pesar de ser una de las especies más caras (en
cuanto a términos de necesidad energética ) somos la especie con
mayor éxito reproductivo entre los primates. Este éxito se basa en
el establecimiento de alianzas prolongadas, que han permitido
acortar el espaciamiento entre partos y hacer frente a las
necesidades energéticas de una especie cara.
Para sobrevivir, los
organismos deben obtener alimento y de otra parte deben huir de los
enemigos. En la reproducción el macho deposita los genes tras un
periodo de pugna con otros machos. El aspecto menos importante en
interacción social es el comportamiento alimenticio, pues cada
individuo se alimenta según consigue los nutrientes. En lo que
concierne a la actitud frente a los riesgos de predación se
establece una relación social mediante convivencia gregaria
(debido a la mayor capacidad de detección y de rechazo de los
peligros).
Los efectos de las
características reproductivas de una especie se traducen en
diferentes modalidades de estrategias sexuales, que son condicionadas
de modo recíproco, por el tipo de interacción social que regula las
relaciones del grupo.
La finalidad de estas
estrategias es dar continuidad a la especie:
- estrategia r: descendencia abundante, poca atención
- estrategia k: poca descendencia, mucha atención.
En los mamíferos, es la
madre la que se encarga de las crias y el periodo de maduración de
las crias es de unos 3 años. Se aprecian 2 posturas distintas:
- animales herbívoros: alumbramientos anuales, una cria por parto.
- animales carnívoros: alumbramiento anual, varias crias ( 3 -12 )
La separación entre
alumbramientos condiciona la disponibilidad de efectivos, y unos
alumbramientos anuales aportan más miembros a la comunidad que los
que alumbran cada 2 - 3 años.
Los primates tienen un
periodo de crecimiento mayor de 4 años y la dependencia de los
progenitores provoca unos espaciamientos mínimos entre
alumbramientos sucesivos mayor de 2 años.
El grupo de los
antropoides (orangutanes, gorilas y chimpancés ) tienen un periodo
de maduración entre 10 - 12 años, en el cual llevan a cabo una vida
social intensa u desarrollan las cualidades de su aprendizaje, tan
importante para el desarrollo de la inteligencia. Este aspecto
dificulta la frecuencia de concepciones: 5 años en el caso de los
gorilas y chimpancés y hasta 7 años en el orangután.
Por tanto, en los
primates se da un doble compromiso.
- los periodos de crecimiento se alargan conforme aumenta la complejidad evolutiva de la especie.
- los espaciamientos entre concepciones sucesivas se incrementan también de manera acorde con la progresión evolutiva, pero manteniéndose un aumento más limitado.
La estrategia k en pro
del incremento de la inteligencia impone la restricción de precisar
más cuidados y un periodo de convivencia con la madre más
prolongado. En la especie humana los periodos de crecimiento se
sitúan entre los 18 - 22 años y a diferencia de otros primates, la
probabilidad de concebir anualmente, aunque normalmente sea de 22
meses.
La claye de que nuestra
especie haya dilatado su maduración y desarrollado mayor
inteligencia, reduciendo el espacio entre alumbramientos se debe a
que ha alterado de manera radical el modo de interacción social, y
con él, las estrategias subsistenciales que regulan las relaciones
grupales. La hembra humana puede concebir con frecuencia, pese a que
las crias tradan más en madurar y requieran mayor inversión
energética porque ha involucrado al macho de manera permanente en la
labor de crianza y porque el grupo mismo ha reforzado sus lazos de
reciprocidad y cooperación.
Esta formación de
asociaciones entre machos y hembras provoca que se posponga el
consumo de nutrientes y se aportan a focos centrales en los que se
distribuye la energía obtenida entre machos y hembras. Esto refuerza
los lazos sociales del grupo cooperando las diversas unidades
reproductoras ( macho - hembra ) entre sí para la obtención de
nutrientes y para la defensa. El ser humano se hizo cooperativo y
solidario y esto favorece la difusión energética que han producido
el triunfo evolutivo.
Sería interesante
ubicar en el tiempo este cambio evolutivo con respecto a los primates
y el origen de los cambios biológicos debería buscarse en las
alteraciones que experimentaron fundamentalmente las hembras de esos
homínidos para incitar a los machos a un cambio radical en las
conductas sociales y subsistenciales, con el fin de acoger una
progenie con mayor cerebro y una necesidad energética más amplia.
Esta nueva conducta
tiene su base en la aparición de una estrategia reproductora que
necesita el concurso de una nueva forma de sexualidad: la humana.
Para agenciarse una
ayuda más o menos permanente en la manutención de varias crias que
tardaban más en madurar, nuestras abuelas evolutivas tuvieron que
atraer a los machos con una recompensa sexual innovadora que fuese
suficiente para el establecimiento de las alianzas necesarias entre
ambos sexos.
En el resto de animales
existen rígidos patrones conductuales que regulan la respuesta al
instinto sexual y a la cópula mientras que la sexualidad humana es
un fenómeno excepcional. En la sexualidad humana cobran especial
relevancia las caricias, los besos, las miradas, la comunicación
visual y sonora que hacen de la unión corporal una especie de goce
sensual sin comparación en otras especies. La cópula, realizada
entre 20 - 30 minutos, conlleva un espectáculo excepcional culminado
en el orgasmo.
La especie humana se
puede aparear continuamente y no precisa periodos de celo.
Esta excepcionalidad de
la sexualidad humana debe prestar especial atención a los cambios
físicos experimentados por nuestro género en su evolución. La
hembra humana incorpora innovaciones con respecto al macho y a sus
congéneres evolutivos. Su principal característica es que la hembra
humana esta dotada para manifestar una receptividad y excitación
sexual constante. Es como si la naturaleza le aconsejara hacer el
amor todos los dias y lo sorprendente es que la hembra humana parece
estar especialmente adecuada para llevar a cabo tal consejo, ya que
no sólo puede hacer el amor de un modo asíduo, sino que sus
órganos sexuales producen un placer muy intenso. Un claro exponente
de la cualidad placentera femenina reside en el clítoris
que tiene la única función del goce. Procurando al excitarse
dilatación de todos los músculos vaginales y de las bolsas
esponjosas que rodean la abertura vaginal haciendo que tripliquen su
tamaño habitual. Esto hace que toda la zona genital quede
congestionada por la presión de la sangre. Y en la cópula, los
tejidos reaccionan y se contraen al fin para eliminar semejante
presión. Palpitan correlativamente la pared interna, los labios, el
clítoris y el esfínter del recto. Una vez terminado, acude un nuevo
flujo de sangre que aumenta la presión y se inicia de nuevo el
proceso. Todas estas contracciones regulares se conocen con el nombre
de orgasmo.
El hombre experimenta el
orgasmo en forma de erección del pene y posterior eyaculación que
devuelve la flaccidez al pene y vuelta a empezar. En la mujer no,
pudiendo ser sucesivos.
Otros rasgos de la
anatomía del hombre y de la mujer que hacen que la sexualidad humana
sea tan diferente son:
- la sensibilización tan extraordinaria de determinados órganos al estímulo táctil erógeno: órganos genitales, pezones, senos, labios e incluso los lóbulos de las orejas ( siendo curioso que los pabellones auditivos de los demás primates no tienen lóbulos )
- los labios son interesantes, ya que estan descubiertos y bien definidos por una línea de delimitación. su coloración encarnada es muy llamativa y la finura del tejido epitelial lo hacen una zona especialmente sensible.
- otro rasgo, es la posesión de senos, cuya forma esférica y voluminoas es difícilmente explicable. Carecen de función fisiológica. Son exclusivamente depósitos de grasa en torno a los pezones y glándulas mamarias que no desempeñan ninguna función en la lactancia. Parece ser que la posesión de voluminosas nalgas tenga una relación directa con sus senos.
La mejor explicación de
estas característica anatómicas es que sirvan como un conjunto de
señales visuales y puede explicarse con el argumento de que en el
momento sexual se utilizan o intervienen directamente o
indirectamente en el acto, o bien sufren alteraciones de tamaño y
color debidos a dicha actividad. Sin lugar a dudas, sabemos que
intervienen como zonas erógenas en la actividad sexual, pero otras
partes, con funciones primarias distintas, también intervienen en la
misma, las mejillas, el cuello, los hombros, la cintura, la zona
interna de los muslos, las nalgas y la parte interior de las rodillas
son consideradas en especial en la mujer, como zonas erógenas. A
pesar de ello, sabemos que estas partes anatómicas no deben la razón
de su existencia a su función sexual.
El sexo humano es una
compleja trama de mecanismos destinados a ofrecer un placer sensual,
además de la función reproductora y que puede ser disfrutado con
los 5 sentidos.
- Tacto: todo el cuerpo adquiere la característica potencial de ser una zona erógena versátil.
- Oido: durante el periodo precopulativo, copulativo y poscopulativo los mensajes emitidos por ambos individuos actuan como nexo que fortifica y vitaliza el acto en sí.
- Olfato: desempeña un papel relevante, actúa como un traductor de olores que ayudan a experimentar una mayor sensación placentero.
Nos podemos preguntar, tras observar las generalidades de la sexualidad humana, acerca de las razones de las diferencias con otros primates. Esto nos obliga a plantearnos si existe una sexualidad placentera en nuestros parientes evolutivos.
Esta cuestión es
extraordinariamente compleja y diversos estudios del orgasmo
confirmaron que éste no es sólo contracciones musculares sino que
la verdadera fuente del orgasmo está en el cerebro. Por tanto, el
orgasmo es una experiencia conjunta entre el cuerpo y la mente y como
tal, puede ser provocado por una estimulación de origen mental o
físico.
Hemos valorado que la
sexualidad humana es así, y el placer de ambos sexos, no es
necesario para la evolución. La respuesta es que en primates el
placer sexual viene marcado más por el acto de aplacar reacciones
biológicas que la búsqueda del placer o bien, las respuestas
sexuales pueden deberse a situaciones de carácter social.
Todas estas
apreciaciones nos indican que el placer humano se basa en las
características de una sexualidad epigámica que fueron catalizada
por las mujeres.
La aparición del género
Homo vino acompañada de cambios en los modelos de organización
social que indicaron que los machos y hembras se asociaran en
estrecha colaboración. Y posiblemente, detrás de esta asociación,
se encuentre un cambio de las relaciones sexuales, que habrían
actuado como punto de atracción para que el macho cooperase con la
hembra. Así pues, si la hembra fue el revulsivo de la aparición de
la conducta humana creando un nuevo tipo de asociación con los
machos, probablemente sirvió para inventar la sexualidad humana.
La individualización de
la respuesta sexual, su atemporalidad y su incitación mediante
formas de atracción epigámicas se incorporaron como nuevos
elementos del comportamiento, que habrían permitido el
establecimiento de lazos de relación más estables que los
observados en otras especies de primates.
Esta transformación se
llevó a cabo abandonando las feromonas como sistema de atracción y
sustituyéndolo por algo más permanente como los rasgos físicos en
lo que se conoce como Atracción Epigámica.
Para ello hubo que diferenciarse físicamente de los machos ya que un
macho se siente atraido epigámicamentede la hembra si ésta es
físicamente diferente de los demás machos.
La epigamia ( rasgos
físicos o dicho de otro modo la belleza física ) es un modo de
atraer permanentemente y para ello se deben separar los caracteres
entre machos y hembras.
Somos una especie de
sexos marcados e identificables y nos hemos convertido, de forma
epigámica, en deseables para el sexo opuesto. Esta sexualidad tiene
su motor en el cerebro más que en los genitales, lo que provoca una
explosión de imaginación y cada cópula es diferente. La fantasía
es parte integrante de nuestra sexualidad.
La sexualidad humana
aparece con la hembra humana, nuestras abuelas evolutivas iniciaron
una auténtica revolución al cambiar sus formas y empujó a los
machos a ayudar a las hembras en la crianza de la progenie en el
pasado remoto de nuestra evolución.
Para estudiar este
proceso debemos retrotraernos al pasado.
LA
EVOLUCIÓN DE LA SEXUALIDAD HUMANA
Se intenta explicar
segun determinadas razones biológicas y no mediante una conducta
aleatoria. Darwin sentó las bases de la Selección Sexual
y que a diferencia de la Selección Natural ( la lucha de los
organismos frente al medio ) sirve para seleccionar los machos más
fuertes y sanos. Se lucha por un único recurso: las hembras.
La teoría de la
Selección Sexual se puede contrastar con la observación de la
Naturaleza y se aprecia que existe una política de ahorro energético
pues la reproducción exige recursos energéticos considerables y
debe optimizarse. Uno de estos factores de optimización es mediante
el dimorfismo sexual y se manifiesta por igual en ambos sexos.
La expresión de la
Selección Sexual se realizaría con la llegada del celo, y las
hembras de posición jerárquica más elevada tratan de ser las
primeras en recibir los genes de los machos más fuertes.
En la actualidad existe
la creencia extendida de que los patrones de atracción física en
nuestra especie dependen del contexto cultural en el que nacemos,
pero no es así. Ya que en la absoluta totalidad de las etnias
humanas actuales se observa un factor común de atracción sexual:
a los hombres les atraen las zonas de los senos y el conjunto glúteo
- cadera - púbis de las hembras. Mientras, las mujeres se sienten
más inclinadas por el conjunto brazo - hombro - pecho y glúteo -
púbis de los varones.
Se aprecian diferencias
en los gustos de procedencia cultural pero se prefiere la proporción
de formas.
Debemos distinguir entre
atracción sexual y elección de pareja en las sociedades humanas
modernas por lo que nos fijaremos sólo en la atracción sexual.
Se intenta equiparar
juventud con la belleza personal y las mujeres seleccionan en un
principio a los hombres más deseables ofertando su belleza para
conseguir una relación más estable que garantice la formación de
un núcleo familiar de descendencia.
Se piensa que el hombre
confiere más importancia a la belleza que la mujer, pero no es así,
ya que los orgasmos que provocan contracciones en el útero ayudan a
conducir el esperma y favorecer la procreación. Y a su vez, estos
orgasmos se relacionan directamente con la atracción que sienten las
mujeres hacia el macho. Todo esto explica que existe una Selección
Sexual sobre la base del atractivo. Además se ha estudiado que
las fantasías de la mujer son directamente proporcionales al grado
de asimetría de los hombres, es decir, su atractivo físico.
Por consiguiente,
hombres y mujeres se sienten sexualmente atraídos por lo mismo: la
belleza física. Este patrón de atracción incentiva
un acceso fácil al establecimiento de relaciones sexuales y una
mayor facilidad para la procreación al facilitar el orgasmo.
Hay que destacar que las
mujeres, durante la ovulación, se ven atraídas por hombres de
aspecto más viril.
Esto sugiere que en el
pasado, las mujeres seleccionaban los machos con cierto desarrollo
muscular.
Otro aspecto, es la
limitación de procrear un hombre con una sola mujer, ya que parece
no ser muy beneficioso en términos de Selección Sexual, y los
machos demuestran esta promiscuidad de forma que cuanto más
atractivos son menos proclives son a mantener relaciones estables.
Además, se ha observado
que los individuos más atractivos tienen su primera cópula antes.
Insistimos que esto no tiene nada que ver con la elección de la
pareja condicionado por criterios de índole cultural y no solo
biológicos.
Esta creencia es la
variabilidad de los criterios de belleza femeninos pero se ha
demostrado que sí existen patrones universales de belleza asociados
a las formas corporales, que en el caso de la mujer se asocia a las
distribuciones corporales de grasa y en el caso del hombre en las
distribuciones de masa muscular. Estas diferencias pueden explicarse
por factores hormonales (testosterona y estrógenos).
Se ha determinado que
los índices cadera - cintura de la mujer es un buen indicador del
status endocrinológico, reproductor y de salud. También se ha
relacionado este índice con el grado de fertilidad. Si el índice es
> 0, 8 se incrementa la dificultad de quedarse embarazadas.
Un nivel de estrógenos
alto incrementa una reducción del índice cadera - cintura y un
nivel alto de testosterona lo contrario.
Este índice también
puede ser un indicador fiable de determinadas enfermedades.
Se debe elegir los
individuos que faciliten la reproducción y que sean resistentes a
las enfermedades por lo que los patrones de belleza debería ser los
indicadores de estas cualidades.
El índice cadera -
cintura óptimo para estas funciones, en la mujer, es
0,7. Se ha demostrado mediante estudios empíricos que es
así y que es del agrado del hombre.
Se establece la
conclusión de que el nivel de grasa desempeña un papel esencial en
el grado de atractivo de la mujer como indicador de su estado de
salud, juventud y potencial reproductor. La necesidad energética
para la reproducción es uno de los contrastes más acusados entre
ambos sexos. La hembra produce energía para el desarrollo del feto y
continúa produciendo energía en forma de leche una vez que ya ha
nacido y son sólo utilizados los depósitos de grasa en la gestación
y en la lactancia.
Desde el punto de vista
selectivo, los hombres se sienten más atraídos por determinadas
formas femeninas debido a que las poseedoras de éstas conciben con
mayor facilidad, produciendo como resultado una descendencia más
abundante. La distribución de grasa ginoidea de las mujeres puede
percibirse desde cualquier ángulo y se aprecia con la observación
simple de los glúteos femeninos.
Otro de los aspectos
distintivos de la anatomía femenina son sus piernas y a partir de
éstas se puede predecir el índice de grasa cintura - glúteo.
Los senos actúan como
reclamo sexual, pueden variar los gustos por el tamaño en función
de las preferencias y de la cultura. Pero lo que es universal es que
a los hombres le gustan los senos con alto grado de tersura,
consistencia y dureza y estas cualidades se vinculan con los senos
jóvenes con la máxima expresión de su función lactante. El hombre
aprecia el potencial energético para futuras crias al margen de que
perciba un atractivo sexual. Se ha intentado determinar si existe
una relación idónea entre los senos, pero lo único que se ha
llegado a determinar es que las mujeres con un índice cadera -
cintura de 0,7 tienen unos senos con determinadas proporciones.
En el caso del patrón
de atracción de las mujeres, se percibe un contraste sorprendente.
La mujer no valora la grasa, ni su distribución preferente. Los
criterios de atracción se vinculan al desarrollo proporcionado de la
masa muscular. Se presta especial atención a la parte superior del
tronco (pecho, hombros, espalda superior y brazo ) y el área glúteo
- femoral. Se aprecia la delineación muscular y no el volumen (ya
que puede ir asociado a depósitos de grasa y no se considera
atractivo )
El volumen marcado
debido al músculo destaca mejor las formas de los pechos, la forma
más oblícua de la mayor parte de los hombros y más esférica de su
unión con el brazo, la triangulación de la espalda, que nunca se
logra por acumulación de grasa y la definición clara de los bíceps
y tríceps . Las razones de estas preferencias se pueden buscar en
que los hombres de carácter fibroso - muscular, indistintamente de
su peso, poseen un mejor estado global de salud en casi todos los
parámetros físicos: indicadores serológicos, ritmo cardiaco,
capacidad pulmonar, resistencia, sistema inmunológico, etc. Además,
poseen más fuerza.
continuara....
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.